Fernando Sayago: Nadar mariposa


Una oportunidad para despertar los sentidos

Fernando Sayago estrena Nadar mariposa, de Lucas Lagré, unipersonal sobre un ser disconforme y
herido

Uno de sus maestros, Lorenzo Quinteros, le dijo en una oportunidad que "todo actor debe pasar por el unipersonal en algún momento". A Fernando Sayago esa frase le quedó en su memoria y después de veinte años de trabajo decidió encarar un proyecto escrito y dirigido por Lucas Lagré. Se trata de Nadar mariposa, una experiencia de la que en principio sólo iba a participar como músico y, finalmente, necesitó protagonizar.

Se trata de la historia de un nadador que da una clase y en algún momento comienza a hablar de la técnica de la natación y a recordar sus inicios en ese deporte. La acción transcurre en Mar del Plata, en la década del 80. El hombre carga ciertos traumas de su juventud. Y eso, según explica el actor, "lo torna más contradictorio y le aporta más carnadura al personaje".

"Lo que más me gusta de esta historia -continúa Sayago- es que se trata de un ser que hace algo que no le gusta. A él le habría interesado ser Michael Phelps, un campeón ganando medallas olímpicas, pero no pudo. Se quedó dando clases, algo que reivindica, pero deja en claro que está dominado por cierta frustración. Es un personaje que tiene un niño herido adentro, está lastimado y desarrollamos bastante esa zona de su conducta. Es un trabajo muy rico porque este hombre tiene un cuerpo muy particular y además se expresa con distintas voces. En definitiva me permite salir de lo que siempre hago o para lo que me llaman."

No se anima a expresar una definición acabada al respecto. Pero está claro que el lugar del galán le va muy bien. El año pasado, por ejemplo, se lo vio en la ficción televisiva Esperanza mía (El Trece), un trabajo del que no reniega, al contrario, dice haberlo disfrutado mucho. "En general te encasillan y siempre te llaman para hacer eso. Necesitaba un desafío actoral y lo encuentro en Nadar mariposa. Un territorio que para mí era desconocido, que quería transitar y con mucha verdad."

Fernando Sayago llegó a la actuación casi por casualidad, como también a la música (toca el piano y es técnico en sonido). No hay antecedentes en su familia que lo involucren con el arte. Empezó a estudiar Ciencias Económicas, luego se ligó con la carrera de Letras, pasó por Sociología. Hasta que empezó a estudiar con Lorenzo Quinteros y allí descubrió que le entusiasmaba estar arriba de un escenario.

"Lo que más me interesa de esta actividad es llegar a la gente con la emoción -comenta-. Lo tengo a Alejandro Urdapilleta como una especie de faro. Era un actor supervisceral. Me gusta despabilar a la gente. Intento que el público se entretenga, salga de su mundo y por un rato se meta en un viaje, en una fantasía. Prefiero el teatro tradicional al posdramático, con actores contando una historia que por un momento te conduzca a un lugar que no tiene nada que ver con tu cotidianidad."

-¿Sentís que eso no sucede actualmente?

-Me parece que estamos en una época donde los sentidos están un poco adormecidos. Es necesario que el teatro recupere esa cosa básica y primitiva del contacto del actor con el espectador. Me gusta ese tipo de actor que por su particularidad o su personalidad te sorprende. Es algo difícil. En el teatro hay modas, también en la actuación. Todos se empiezan a uniformar y actúan de una determinada manera, y eso quita la particularidad de cada intérprete. Alfredo Alcón era muy especial, decía de una manera. Prefiero ese modelo de actor que posee una fuerte teatralidad.

Actualmente Fernando Sayago participa como cover de la producción Parque Lezama, que dirige Juan José Campanella en el Liceo, pero confiesa que está muy interesado en empezar a gestionar sus propios proyectos. "Tienen otro sabor y otros riesgos -explica-. Me siento más motivado. Me gusta ser como una hoja en blanco. Cuanto más neutro sos mejor será tu trabajo porque podrás impregnarte de todos los colores que utilizás para crear."

Nadar mariposa

De Lucas Lagré

Espacio Polonia, Fitz Roy 1477

Sábados, a las 20.30

Fuente: La Nación

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