La era del hielo en vivo: una aventura gigantesca


Una aventura deslucida

Cuesta creer que las personas que firman (desde la dirección o desde lo autoral) este espectáculo sean los mismos que estamparon alguna vez su nombre en shows del Cirque du Soleil. Esta vez no funcionó. Puede ser que el principal problema sea el libro, pero no es el único. Sólo poner en escena a los personajes de la trilogía cinematográfica no alcanza para entretener durante casi dos horas ni a los más fervientes fans de la saga. Y eso les pasa a Scrat (la ardilla), Sid (el perezoso), Manny (el mamut) y Diego (el tigre dientes de sable): están solos sobre el helado escenario tratando de hilvanar una historia imposible de seguir para un niño. Podría solucionarse contándole que hay buenos, hay malos, hay una travesía que depara peligros, hay reencuentro y final feliz, pero sería sólo una parte del asunto.

El verdadero y principal problema de esta "aventura gigantesca" es que es lenta y aburrida. Hay decenas de entradas y salidas de los personajes montados sobre una plataforma circular que no se justifica (la mayoría del tiempo los personajes principales no patinan); de pequeños apagones que sólo presentan nuevos números que salvo un par de honrosas excepciones estiran un final que se sabe previsible. Pero esto de la previsibilidad puede, de alguna manera, jugarles a favor porque es fácil "irse" y quedarse mirando cómo funciona el mecanismo del mamut gigante para moverse y uno termina dándose cuenta de que hay dos hombrecitos y una estructura de metal con rueditas que los ayuda; o que el mamut más pequeño (se llama Morita en estas tierras) es manipulado por una sola persona que está de pie (tiene suerte, muchos están inclinados sobre la cintura de un compañero). Curiosidades que llaman la atención, hasta que tanta mirada de cerca delata lo maltratadas que están las pieles de esos animales, un poco sucias, otro poco agujereadas?

Mejor seguir mirando lo global y entonces sí aparecen un par de números que dan ganas de aplaudir: el de las tres trapecistas en aros en altura; el de patín artístico de las dos ardillas peleando -y coqueteando por su avellana (ellos le llaman trufa o nuez), y el de Shadow (un hombre pájaro que brilla por su fuerza y destreza aérea). Pero no hay mucho más. No aparece ni el carisma ni la picardía de los personajes tan bien dibujados en la pantalla grande; sólo por dar un ejemplo el tigre dientes de sable (Diego) ha perdido lafuerza y la esbeltez, tan propias de él en la película; acá hay que buscarlo ex profeso para saber dónde anda. Una pena.

Los colores ocres de todo el conjunto (mucho pelo animal) no ayudan demasiado. Y la música va por el mismo camino: salvo una canción que aparece casi al final (la única más o menos divertida), todas son tristonas, lentas, melancólicas y muy difíciles de seguir.

Si alguien quiere encontrar el espíritu de la película en este show, no lo va a lograr; es apenas un esbozo helado.

Fuente: La Nación

Funciones: hoy, a las 20 30; jueves y viernes, a las 20 30; sábado, a las 14, 17 30 y 21; y domingo, a las 12, 15 30 y 19

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