Omar Aita: Familia Vancini y Antonia su mujer


Una obra en el taller de una bicicletería

El director y autor Omar Aita cuenta detalles de la pieza que presenta en el Centro Cultural de la Cooperación.

Una anécdota de chico, resignificada de adulto, le dio al dramaturgo y director teatral Omar Aita la posibilidad de propiciarse a sí mismo un nuevo encuentro con eso que ama tanto: el teatro.
La anécdota que dio origen a Familia Vancini y Antonia su mujer, Aita la cuenta así: "Cuando era niño las carreras de bicicletas se hacían en las calles, no en los circuitos, entonces en mi barrio yo veía muchas. De ellas me quedó muy grabada una imagen muy grotesca: un padre que le pegaba a sus chicos porque no ganaban; y cuando los chicos no querían correr él les pegaba. Quise traducir a esta obra toda la fuerza de esa imagen".
La resignificación, por una parte, se la dio la popularidad de la bicicleta, y por otro, su deseo de, precisamente, ser visto por un espectador popular: "Escribo para un espectador imaginario desde el momento en que me proyecto en un espacio escénico, y si bien no tengo un tipo de espectador ideal, sí tengo la ambición de que sea un espectador popular; no tanto un intelectual, si bien al intelectual lo tengo en cuenta para reflexionar. Es con esa paradoja que escribo. Y me pone muy contento cuando ese espectador popular va a ver mis obras y siente que estoy hablando de él".
Y en Familia Vancini … la historia sucede en el taller de una bicicletería. "Podría ser un sótano o no –explica– porque lo que importa es el encierro propio de cada uno de los personajes a partir de que el padre, en su despotismo, los somete. En ese sometimiento está el encierro. Porque además, en la bicicletería no se prohibe la entrada y la salida a nadie: ese encierro es de índole ideológico, ya que el padre tiene un objetivo, que es ganar la carrera de bicicletas, mientras los demás no tienen ninguno."
El mal de la paloma, Piernas Entrelazadas  y adaptaciones como las de Romeo y Julieta (para adolescentes), Hansel y Gretel (para niños) y Los siete locos, entre varias otras, acreditan la experiencia de Aita. Y dice que, esta vez, a diferencia de otras, “la estructura fue surgiendo sola; se dio muy fragmentada, muy cortada, más allá de que sucede en una línea de tiempo". Así, el efecto de la estructura se juega en los personajes y su permanente imposibilidad. "A esto también me ayudaron las preocupaciones de los actores", comenta. Y agrega que, de alguna manera, el público con su recepción corroboró su acierto: "La respuesta del público fue una satisfacción muy grande, porque es un grotesco violento muy cómico y esperpéntico. Sabía que estaba haciendo un producto distinto y no sabía cómo le iba a caer, y la primera función fue extraordinaria".

Fuente: Tiempo Argentino

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