Aníbal Pachano: Divain


"Tengo algo femenino muy atractivo"

El actor, que lleva por el país su espectáculo Divain, afirma que sus características generan fantasías. El recuerdo de sus padres, a quienes homenajea en escena.

Aníbal Pachano abre las puertas de su departamento en Colegiales con expresión compungida y algunas líneas de fiebre. No importa: su ánimo por repasar su historia familiar y orígenes artísticos (retratados en Divain, su último musical en cartel) son mayores: "Es una obra que va al palo todo el tiempo", dice con entusiasmo. "Cuenta con 27 ovaciones, algo que no había hecho nunca. Y con momentos para llorar, para reírse, para emocionarse y para volver a reír", agrega en medio de una pausa en la gira que lo lleva por el país. "Creo que la gente valora que me haya ubicado en otro lugar. Recordar a mis viejos todas las noches es un homenaje a la vida y eso termina siendo reconocido", se gratifica.

–¿Por qué decidiste recuperar tu historia personal? 
–Porque tanto me rompían los quinotos con que hacía musicales sin contenido (y no sé qué pretendían: salvo los de Pimpinela, ningún musical tiene mucho contenido), que me mandé con esto: contar mi historia familiar durante distintas décadas y a través de diferentes monólogos. El primero, muestra un nene, en la silla, hablando con su papá y máma. Un chico muy flaco, como ahora, pero peor (risas). El segundo, de adolescente, en los '70, de bachiller. El tercero en los '80 y '90, el que se consagra con los Botton Tap y llega a la televisión. Y el cuarto, un payaso, mi propio payaso, un agradecimiento final a mis viejos, con silencios que ganan el llanto de todos.

–¿Escribir la obra te hizo ver que había algo en tu familia que te llevó a encarar el camino artístico? 
–Sí. Mi papá me llevaba 50 pirulos, ya iba por su tercer matrimonio y tenía nueve hijos. Mi madre fue la pareja que más tiempo lo contuvo: 35 años. Un verdadero personaje, mi padre. Un masculino-femenino muy particular. Con un aura especial. Un odontólogo muy reconocido en su época. Y, al mismo tiempo, un dandy cabaretero del Tabarís.

–¿Y tu mamá? 
–Mi mamá era una diseñadora de tres técnicas: frivolité, macramé y croché. Hacía ajuares muy buenos. Ahí ya tenía una situación muy artística. Alguien que se calzaba y se vestía por catálogo, la niña más paqueta del pueblo. La que descubre quién soy yo, que ya a los dos años dibujaba de una forma muy particular. Ella lo ve y me incentiva para que dibuje de una manera que después nunca pude repetir. En el mismo momento en que un nene te hacía un globito con dos palos yo te armaba a plumín un espacio arquitectónico. No era normal.

Y, evidentemente, no lo era. Porque luego de recibirse de arquitecto y de empezar a dar clases en la Universidad, la vida de Pachano dio un vuelco hacia el espectáculo cuando conoció a Ana Sans, una destacada bailarina del momento con la que se casó, tuvo una hija (Sofía) y fundó los Botton Tap, grupo artístico con el que dominó la escena de los musicales durante más de una década y que lo dotó de cierto prestigio en el ambiente. "Con Ana armamos algo impresionante. Un grupo que quedó en la historia", dice. Pero con el éxito llegó también el desgaste y la ruptura, no sólo artística sino también sentimental, de Pachano y Sans. "Así de fulminante nos enamoramos, así de rápido también nos separamos", cuenta sobre aquel año 1996, que significó también su relanzamiento como artista. "Empecé una carrera individual donde preferí salir de la onda Bottom y meterme en el tango." Así nacieron musicales como Tangou (la pachanización del 2x4) y, con cada nuevo espectáculo (más el efecto Tinelli a partir de 2009, cuando pasó a integrar el jurado de "Bailando por un sueño"), su llegada progresiva al teatro de revista.

–De alguna manera, tu presente con la revista porteña recupera aquel vínculo de tu viejo con las revistas y los cabarets. 
–Absolutamente, los valores de mi viejo, lo que me inculcaba. Él me llevaba por Corrientes y me contaba la historia de cada teatro de revista, especialmente del Tabarís. Así empecé. Por eso también era importante para mí hacer Divain. Y más después de todo lo que viví: del éxito elitista en Punta del Este con los Botton Tap, mis musicales con el tango y la mediatización con Tinelli. Después de todo ese quilombo necesitaba acercarme sí o sí a la historia de mis viejos.

–¿Y cómo era relacionarte con él cuando eras chico? ¿Te generaba incomodidad su vida nocturna o la tomabas con naturalidad? 
–Lo que que me generaba conflicto de él es que era muy vueltero. Por un lado, era súper honesto y buen amigo y compañero. Pero, por el otro, tenía un rollo con el amor. Siempre tenía una carta oculta. –¿Amantes? –Amantes tenía millones. Y a muchas las conocí. Aunque nunca hablé con mi madre de ese tema. Él me llevó por primera vez a un quilombo a los 7 años. Se paseaba como un dandy por esos lugares. Él era de esos que se iban de caravana y terminaba durmiendo fuera de casa porque mi madre no le abría la puerta.

–¿En qué era vueltero entonces? 
–En esa cosa de no decidirse por la separación. En que no te contaba de los otros hijos e incluso nietos que tenía. Había muchos dobleces en su vida. Por otro lado, era un tipo muy caracúlico y de un humor ácido muy parecido a mí. Con muchos valores y con una historia de amor tremenda y maravillosa con mi mamá: porque se enamoran a primera vista, se escapan de la casa de mis abuelos maternos, se toman un tren a las 4 am y se bajan en Tostado, Santa Fe. Y nunca más se separaron.

–En lo frenético, parece haber un punto de contacto entre la historia de tus padres y la tuya con Ana... 
–Sí, totalmente. A la distancia veo que sin darme cuenta replico un poco esa historia. En cómo armé la familia y en cómo me enamoré a primera vista. Yo conocí a Ana siendo espectador. Y a los 15 días salíamos, al mes vivíamos juntos y al año nos casamos. Lo de mis viejos fue igual de drástico y frenético.

–¿El remanso fue el nacimiento de Sofía? 
–Sí, fue inesperado para mí. Al principio, me asusté. Mi mamá falleció el mismo día en que estaba programado el parto de Ana. Eso nos obligó a retrasarlo. Pero cuando la tuve en mis brazos fue una sensación única. Mi suegra me dijo: ¡es tu mamá! Se fue un angelito y vino otro.

–¿Cómo te llevás ahora con tu ex mujer? 
–Ahora prefiero no ver ni participar de sus historias. Para evitar la mezcla. O encontrarme hablando sobre ella como si estuviera a punto de separarme. No tiene sentido porque si me separé fue justamente para no vivir esa instancia. Con Sofía estamos bien. Lo que pasa es que en su momento no se entendió bien mi cuestión mediática. Mucha gente no sabía que el personaje había nacido en el espectáculo Smoke. Hoy lo miro a la distancia y pienso: cuánta cosa que hice, cuánta producción para un personaje y cuánto que mostré de mi vida...

–¿Te arrepentís? 
–Sí, por no haber cortado antes el quilombo. Por cuidar a Sofía. Fue muy fuerte para toda la familia cómo resolver ese problema. Que igual, para mí, no era un problema. Yo nunca tuve un problema con el VIH. Yo estoy divino desde el año 2000. No tengo ningún tema psicológico ni de discriminación. Pero me parece que ese momento no pude resolverlo bien. Yo nunca tuve el problema de tener el virus, pero sí cómo relacionarme con el otro, cómo comunicarlo. Entonces, cuando aparece esta agresión (NdeR: se refiere a la revelación de la enfermedad en Showmatch por parte de Graciela Alfano en 2010) fue difícil. Porque una cosa es que se entere tu círculo o el medio, y otra es que lo sepan 30 millones de personas.

–Visto a la distancia, ¿por qué pensás que se llegó a ese punto de la discusión? 
–Lo que pasa es que yo tengo una característica femenina muy atractiva que algunas atacan y que por ahí hasta les calienta. Todavía no dilucidé qué parte, pero tienen una fantasía, una locurita conmigo, no tengo dudas. Yo lo que sé es que estoy divino. El problemita lo tienen ellas que están obsesionadas con que si soy homosexual o si dejo de serlo cuando a la gente del pueblo no le importa. Sólo le importa a estas chirusas que andan dando vueltas y que tal vez les encantaría estar en esta casa con amigos para que las atendamos un rato.

–¿Con esos escándalos perdiste el eje que buscaste recuperar con Divain? 
–En un momento sí. Cuando se dudaba si tenía que irme del jurado. Fue difícil. Aunque siempre tuve claro que la tele no me iba a sacar. Si me sacaban era un problema de ellos. Yo jamás me fui de un trabajo. Si me sacaban, me iban a sacar con el picaporte en la mano.

–Después de tanta agua bajo el puente, ¿cómo está Pachano hoy? 
–A veces me parece muy loco hasta dónde llegó mi popularidad. Me conoce desde el más pobre que no tiene ni un lugar para verme en la tele al más acomodado. Un cariño que nunca me imaginé que me iba a pasar. Eso también me obligó a un repliegue, porque empecé a verme en unas repeticiones y me ví horrible. Pero sí: después de muchos años creo que logré un objetivo, que es que mucha gente va a hablar de Pachano cuando no esté más.

Una gran producción

Divain, el espectáculo que Aníbal Pachano presenta por el país, cuenta con su idea y dirección, la producción general de Javier Faroni, y un elenco integrado por: Nicolás Armengol, Estefanía Bacca, Gustavo Wons, Romina Cecchettini, Maia Contreras, Mauricio Macu y Nacho Gonatta. Esc. y vest.: Patricia Fiaño y Pachano. Coreografía gral.: Alejando Lavallen. Tap: Gustavo Wons. Dir. musical: Gaby Goldman.

El recuerdo de los botton tap 

Mucho antes de ShowMatch, de Divain y de Tangou, Pachano alcanzó la fama con los Botton Tap, el grupo artístico que dejó su huella en el mundo de los musicales. "Los Botton –cuenta– nacimos a través de una foto que ve el productor de (Alberto) Badía y cree que somos una compañía que viene de afuera. A partir de ahí se genera un proyecto en el Michelángelo y una participación como invitados de una obra de Moria en el Tabarís. Un music-hall que tenía de todo: tango, jazz, tap, etcétera. La experiencia fue buena, pero en ese momento preferimos alejarnos del mundo revisteril y armamos algo en Punta del Este. Empezamos con 15, 30, 60 espectadores. Y una noche explotó. Se llenó y nunca más paró. Y ahí, por supuesto, aparecieron mil propuestas, pero nosotros las rechazamos y nos quedamos en ese lugar en el espectáculo que habíamos logrado. Un lugar muy refinado donde se mezclaba el mimo, la acrobacia, el tap, el jazz, el tai-chi. Durante muchos años hicimos espectáculos maravillosos. Y nos separamos justo cuando habíamos logrado un acuerdo con Disney. Un momento que dejó a los Botton bien arriba en la memoria de todos."

Jurado, juzgado 

–¿Cómo pasaste de jurado de Bailando... a exponerte al juicio de tus colegas? 
–No siento que bajé un escalón. El jurado está sentado, opina, pero no tiene protagonismo. Yo sí lo tuve, generé una estética, un personaje que todo el mundo va a recordar. Pero me bajé para no transformarme en un payaso repetitivo. ¿Qué venía después de la galera? ¿Un cactus? ¿Una mesa ratona? Había hecho todo lo que tenía que hacer. Por otro lado, era un desafío pasar a bailar. Porque ya tengo 59 pirulos, estoy compitiendo con pibes de 20 y tengo un enfisema que no es culpa de ShowMatch, como se dijo por ahí. Es culpa de Pachano que desde los 14 y hasta hace poco no paró de fumar.

–¿Creés que este jurado está a la altura? 
–Sí, totalmente. Es más, me hubiera encantado estar sentado ahí. Y no porque tenga ganas de volver a ese lugar. Pero sí porque me hubiera encantado tener a Nacha (Guevara) al lado. Ella podrá ser caracúlica, pero sabe un montón. Tiene una meta y nunca se corre de ella. Polino está muy bien también. Enco ntró el balance justo entre la ironía y la devolución artística. Ve con fundamento el baile. Solita lo ve más desde la emoción y el Google, esa cosa de maestra ciruela. Pero es buena también. Y Moria me parece que sabe bien cómo es este juego: entra, sale, te pincha, te dice: "¿Te falta el aire? La tiene muy clara. Y es una gran compañera.

–¿Y Alfano? 
–De Alfano aprendí que es funcional también. Que termina siendo un número cómico. Y eso lo hace muy bien.

–¿Y cómo te ves desde que arrancaste a bailar? 
–Estoy en otro momento, más relajado. Me gustaria llegar a los diez finalistas. Después seguro ganará el más carismático, el que tenga más humor. Viene por ese lado este año: el humor, lo emotivo. La gente te quiere ver más real, no en un quilombo. Por eso le escapo a las discusiones. Pelear es una energía de mierda.

Fuente: Tiempo Argentino

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