Tanguito mío (un musical bien guapito)


Memorias de conventillo

Con Fernando Dente y Agustina Vera, este sainete les cuenta los años ‘30 a los niños.

Si bien sus hacedores la proponen como una comedia musical para chicos -y grandes con alma de niños-, Tanguito mío (un musical bien guapito) es todavía un poco más que eso: un divertido y conmovedor sainete criollo y musical. Personajes que habitan un conventillo, allá por 1932, reflejan sus costumbres para que la platea infantil descubra ese universo (para ellos) desconocido, pero que tiene que ver con la identidad cultural de todos.

Tanguito mío, espectáculo del autor y director platense Gastón Marioni, con música original de Tato Finocchi, ganó el Premio de Cultura 2012, otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Ahora se presenta en el teatro Maipo, luego de haber realizado una temporada en la ciudad de La Plata, aunque con otros actores. El elenco está encabezado por Fernando Dente y Agustina Vera (pareja protagonista de la versión Argentina de High School Musical), junto a Vanesa Butera y otros.

Tangos, bailes, acrobacias, romances, conflictos y humor se combinan en una puesta precisa. La historia transcurre en un conventillo, en el que repentinamente confluyen sus viejos inquilinos, inmigrantes recién bajados de los barcos. Pero antes de que eso suceda, aparece Juan (Hernán Matorra, también a cargo de la dirección musical, quien va a vender esa antigua propiedad de su abuelo y descubre que esos muros guardan parte de su pasado y su identidad. Así, el espectáculo transcurre en dos tiempos: el presente del narrador que tiene la obra y la historia de su abuelo, que sucedió varios años atrás.

No es sólo la pintura de una época.

Tanguito mío presenta conflictos y los resuelve. Atrapa por igual a chicos y grandes. Las composiciones originales son muy bellas y la cita de tangos y milongas conocidos resulta acertada. Los niños a partir de los 6 años pueden seguir la historia y disfrutarla. A los más pequeños les llamarán la atención la puesta colorida, los bailes y las canciones.

Cuando el espectador ingresa al teatro, el clima ya está creado:suenan tangos y en el escenario, el conventillo, un cartel de “en venta”, aviones de papel y un bandoneón. Desde la actualidad, un joven conversa por teléfono con su abuelo, quien a principios del 1900 habitó el conventillo y está por venderlo. Acto seguido, en el escenario toma vida la historia de inmigrantes de distintas nacionalidades. Con un atractivo cuadro musical, los personajes entonan una canción de bienvenida, que incorpora fragmentos de famosos tangos y les permite a los protagonistas presentarse. Fernando Dente es Tanguito, “guapito del arrabal”, y Agustina Vera,Milonguita. Entre ellos se teje una historia de amor. En el medio,Sarita (Vanesa Butera). Dente, carismático y talentoso, se desenvuelve muy bien cantando, bailando y actuando. Vera también asume su papel (hija del italianísimo Donato, que llega para “hacersela América”), con soltura. Butera, graciosa y dueña de una exquisita voz, aporta humor. Todo el elenco acompaña muy bien y se destaca Diego Mariano, como Rasúl. Finalmente, un desenlace emotivo, para un viaje musical en el tiempo, que educa y entretiene.

Fuente: Clarín

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