Lola Arias: Melancolía y manifestaciones



"Creo que al teatro le falta un contagio con las otras artes"

La joven artista tiene en cartel la obra Melancolía y manifestaciones donde indagó en la historia de su madre y la llevó a las tablas. Dice que su relación con el arte cambió cuando aprendió a investigar.

Llegó para romper con las convenciones. Desde hace varios años, el teatro de Lola Arias y su mezcla de géneros impactó en la escena porteña. Desde esta ciudad, ella –que se define como artista, porque canta, escribe, dirige y actúa– expandió sus ideas al mundo. Aunque no tiene una única línea de trabajo, su obra suele apuntar al registro documental. Ahora, con Melancolía y manifestaciones decidió indagar en su propia vida al contar la historia de su madre y cómo entró en la depresión a partir del día en que ella nació.
Melancolía y manifestaciones se puede ver hasta este domingo en el Centro Cultural San Martín, aunque después se volverá a presentar en el Festival Internacional de Teatro Independiente. La obra llevó a Arias a entrevistar a su propia madre, para contar su historia de vida. "Yo descubrí que uno no sabe nada de la vida de los padres. Uno piensa que sabe, pero en realidad no sabe nada. Son los desconocidos más íntimos que tenemos. Me di cuenta de que mi madre era una persona completamente desconocida. La excusa de este proyecto me permitió preguntarle cosas que nunca le hubiese preguntado, como quiénes son las personas que amó en toda su vida y que me escriba la lista en un papel. Me enfrenté al hecho de saber que algunas cosas nuestros padres no están dispuestos a responder", cuenta.
Los espectáculos de Lola Arias –que pueden ser obras performáticas en hoteles, en una estación de trenes, exposiciones visuales o representaciones en una sala– se ubican en un concepto muy amplio de teatro posdramático, un término creado por el alemán Hans-Thies Lehmamn para abarcar a todas las representaciones que se escapan de la ficción clásica, con actores y decorados, y que, en cambio, apuntan a una idea más conceptual.
"Sentarme en la oscuridad de una sala de ensayo, porque siempre son lugares donde no hay ventanas, a repetir un texto con un grupo de actores durante horas me parece algo fascinante y muy aburrido. El registro documental me permitió salir a la luz natural, conocer personas, entrevistar, buscar archivos, investigar, no encerrarme en una sala. Todo eso me permitió cambiar mi relación con el arte. Me interesa un arte vivo", explica. Por ejemplo, una de sus experiencias consistió en entrevistar a mucamas de un hotel, ir a sus casas, conocer su intimidad, para después hacer una intervención artística en el hotel donde ellas trabajaban.
Salir al sol y trabajar desde ese lugar y no encerrada en una sala implica para Lola Arias un cambio de convenciones. "Me interesa que el teatro pueda ser algo mucho más amplio que un grupo de actores rodeados por un decorado. No creo en la convención, no me creo que me muestren una historia que sucede en otro lugar. Sí me gusta que me digan: ‘Esto es teatro y te estamos hablando a vos.’ Cuando ponen unos paneles que simulan una casa, la gente habla como si estuviera en la casa y se ponen ropas antiguas y hablan raro; yo pienso: ¿tengo que entrar en esa convención? ¿Por qué? ¡No me lo creo! ¿Por qué tengo que creer que es una casa si yo veo que es sólo una pared pintada?", explica.
Además, los espectáculos de Lola Arias se caracterizan por una mezcla de géneros que ella también defiende como concepto y lo aclara: "No me gusta la situación de ghetto que tiene la gente de teatro, de que todos se juntan entre sí y van a las mismas fiestas. Creo que al teatro le falta un contagio con las otras artes. Hay que ir a ver lo que hacen otras disciplinas." «

autogestión
Lola Arias se volvió una artista internacional. Muchos de sus espectáculos se generan en países europeos y nunca llegan a conocerse en la Argentina. "En mi trabajo hago el recorrido inverso a la fuga de capitales. Yo nunca recibo subsidios del Estado para mis obras. Melancolía y manifestaciones fue hecha con dinero de Austria y Alemania, y ese dinero lo usé para pagar aquí a los actores y comprar la escenografía. Es un delirio: para hacer obras en mi país tengo que traer plata de afuera", dice. "Es una situación muy extraña pensar que, como artista, en mi país, no puedo vivir de lo que hago. Si yo pudiera hacer todo lo que quiero acá, no sé si viajaría tanto. Pero si me quedo tendría que trabajar de otra cosa. Los subsidios son mínimos: parece que la prioridad nunca es el arte, como si el arte no produjera pensamiento, no reflexionara sobre la realidad, no educara. En mi caso, siento que estoy en una situación privilegiada porque no tengo que hacer nada por plata. Hago sólo lo que quiero. Y, así, logro pagar el alquiler y estar bien", piensa.

Fuente: Tiempo Argentino

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada