Lola Arias: Melancolía y manifestaciones



Lola Arias: “El teatro es muy burocrático”

Autora, directora, actriz, deslumbra en “Melancolía y manifestaciones”, una obra sobre la historia real de su madre.

En Melancolía y manifestaciones, estrenada originalmente en el Festival de Viena 2012, Lola Arias nos hace ver que los actores son y no son importantes. Actúan, pero deben lidiar todo el rato con la realidad. Por ejemplo, el impecable trabajo de Elvira Onetto compite con la madre verdadera de Lola, que aparece en pequeños filmes y que hasta provoca que Onetto deba hacer playback para que conozcamos la voz verdadera de la mujer que inspiró la obra.

El actor que necesita la dramaturga y directora Lola Arias debe ser un poco utilero, un poco asistente, un poco actor. Eso, y la utilización de ciertos recursos accesorios que provienen de otras disciplinas llevan a creer que lo que conocemos por teatro, a ella le queda chico. Podría decirse que lo suyo consiste en flexibilizar las formas, pero flexibilización es un palabra muy poco feliz tratándose de una obra de arte.

“Yo hago un teatro que se lo puede llamar teatro documental. Trabajo con historias reales, documentos, entrevistas, historias de vida. Desde hace seis años que funciono de esta manera.

Mi vida después, basada en seis personas nacidas en los años de la última Dictadura que reconstruyen la vida de sus padres, es un caso. Después hice obras en Alemania que acá no se vieron y también parten de la idea de reconstrucción”.

Lola es autora, directora, actriz, cantante, escritora. ¿Tamaña destreza le permitirá distinguir entre vida y obra? En Melancolía...arma una suerte de diario sobre la enfermedad de su madre. Los episodios espían la relación de la mujer con su cama, el perro, el suicidio, la psicología. En voz alta, y en primera persona, Lola se pregunta: ¿Por qué mi madre se enfermó justo cuando yo nací? Es cierto, Lola nació en 1976. Más que un año, un estigma. Este es el comienzo de una obra plástica y maleable que apabulla desde lo estético y lo conceptual.

Hay un susurro por detrás de tus obras que yo calificaría como una crisis terminal de la ficción. ¿Es acertado esto?

El teatro corre el peligro de convertirse en un museo de las formas del pasado. Un lugar donde se van a ver grandes decorados, con gente que habla raro y hace gestos ampulosos. ¿Se supone que esa es la representación de la vida? No, cuando yo voy a ver eso entiendo por qué los jóvenes no quieren pisar un teatro. La cruza de géneros, eso que vos decís flexiblización, video, grabaciones, música, busca acercarse a la experiencia del mundo en el que uno vive. No se pretende una cuarta pared con toda esa cosa burocrática, y digo burocrático, porque el teatro es el reino de la burocracia. Muchos artistas de mi generación están trabajando un registro documental y lo interesante es que no hay una lucha de ficción contra realidad. Sin embargo, hay un uso consciente de recursos que vienen de las experiencias reales y pueden llevarse a otro nivel a través del arte. Pasa mucho en la literatura. Noto en general una suerte de giro documental en el arte.

¿El uso de tu voz en off, con tu presencia en un subespacio escénico y narrando siempre en primera persona, termina por atenazar la idea de ficción.

Para mí hay ficción siempre. Mientras haya escritura, habrá ficción. Yo me considero una escritora, no soy una persona que sube a escena para hacer una confesión. Este es un texto sobre la melancolía de mi madre, que tendría valor aún sin no contara la verdad. Siempre hay ficción. En Mi vida después, los actores eran los primeros autores y yo era la segunda autora. Al contar sus vidas, ellos ya construían una narración, y yo extraía lo que más me interesaba y generaba una segunda lectura de esa vida. En esta obra son mis propios recuerdos que yo vuelco de una manera literaria. Yo escribí esto sin saber que iba a llegar a escena. Muchos son fragmentos de una lectura que hice en Viena hace dos años.

¿Qué diferencia hay entre el teatro posdramático, al que suscribís, y el biodrama?

El teatro posdramático no parte de la idea de una ficción con personajes. Es un teatro que trabaja con una línea más documental y menos representativa, y lo interesante de los proyectos que yo hice es que un espectador no entrenado para nada en estas propuestas capta la idea perfectamente. Son obras muy directas, nada herméticas. En cuanto al biodrama, fue algo muy rico que hizo Vivi Tellas, pero fue un ciclo.

Hay tantas intervenciones de tu madre real en la obra que seguramente te hubiera gustado que actuara...

Yo tenía la idea de que mi madre estuviera, pero mi madre no es actriz y desistió. Igual me parece que la voz de ella en escena hace que su imagen finalmente se multiplique.

Fuente: Clarín

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