Le Prenóm



Cuando una palabra desata el caos

A raíz de un chiste, una reunión se encamina hacia una sucesión de situaciones inesperadas que hacen peligrar  la estabilidad de un grupo de amigos. La comedia dirigida por Arturo Puig alcanza momentos inolvidables.

La obra que tuvo repercusión hace años en tierras francesas desembarcó en la Avenida Corrientes y se convierte en la mejor opción que la cartelera teatral porteña estrena este año luego de Love, Love, Love.
Con dirección de Arturo Puig, Le prenóm, pieza original de Matthiew Delaporte y Alexandre De La Patelliére, es una comedia que plantea con humor "cómo volver atrás cuando se dice lo que se dice". Y eso es justamente lo que le pasa a los personajes luego de una serie de equivocaciones que van encendiendo la mecha de un explosivo que no tardará en detonar.
Le Prenóm (El nombre) transcurre a lo largo de una noche y en torno a un grupo de amigos que se reúne para compartir una velada agradable, sin imaginar que con el correr de los minutos y, a raíz de un simple chiste en torno al nombre elegido para el futuro bebé de una de las parejas, encenderá una hoguera de enfrentamientos, reproches e insultos cruzados.
Alejado del típico "vodeville", Puig pone en escena una obra con enredos verbales donde las emociones están a flor de piel y donde además aparece una peligrosa referencia al pasado. Para lograr su objetivo convocó a cinco actores que se mueven cómodamente en los roles que les tocaron en suerte: Jorgelina Aruzzi (impecable) es el ama de casa que cocina y se esfuerza en ser una gran anfitriona pero ve tambalear su mundo cotidiano y Peto Menahem (en un papel que le calza como anillo al dedo) encarna al esposo que no pierde oportunidad para desvalorizarla. Los invitados: el personaje de Carlos Belloso, el amigo músico de gestos y andar suave (su trabajo excede el papel estereotipado); y el de Mercedes Funes, la futura mamá (que fuma durante su embarazo) y Germán Palacios, su marido, quien produce el efecto cascada de lo que vendrá.
No es conveniente adelantar los vínculos y los secretos que guardan los personajes, ya que será tarea del espectador ir descubriendo una sucesión de situaciones imprevistas que amenazan la estabilidad del grupo. La obra, muy bien transitada por todo el elenco, pasa con facilidad de la comedia a la tragedia. En el comienzo Germán Palacios se dirige a la platea y, a la manera de un narrador, introduce a los espectadores como si se tratara de otras visitas que acuden al departamento para espiar y enterarse lo que allí ocurre.
Entre comida y mucho alcohol, con los hijos de los anfitriones que duermen tranquilamente pero que nunca aparecen, los personajes desnudan sus emociones más internas cuando la situación estalla.

Fuente: Tiempo Argentino

Sala: Multiteatro (Corrientes 1283)

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