Claudio Tolcachir y Carlos Portaluppi: Emilia



"Hay que contar cosas profundas para perdurar"

Director y actor se preparan para estrenar juntos Emilia, una obra sobre los amores sinceros, pero desparejos.

Trabajaron una sola vez juntos: fue en De rigurosa etiqueta bajo las órdenes de Norma Aleandro, una obra con Fernán Mirás, Marcos Montes y Verónica Pelaccini –entre otros–, donde se recreaba una fiesta muy lujosa, en la que ninguno de los personajes tenía ganas de estar, pero en la que todos se quedaban, tratando de sacar algún provecho del otro. Una comedia negra sobre la clase dirigente argentina. Fue 2002 en el teatro Payró, y en el Teatro Lorange al año siguiente.
A partir del 11 de abril Claudio Tolcachir y Carlos Portaluppi estarán juntos nuevamente. Será en la obra Emilia, del director y autor, que estará interpretada por Gabo Correa, Elena Boggan, Adriana Ferrer, Francisco Lumerman y, claro Portaluppi. "Hay un deseo enorme de trabajar juntos. Nosotros con Claudio nos conocemos hace mucho, de trabajar en el escenario a la par, de admirarnos. El es un talento natural que lo expande aun más con la dirección y la dramaturgia”, comenta el actor y agrega "lo he visto cuando Timbre 4 (la sala de Tolcachir) era algo pequeño. Y mirá ahora. Emblema del teatro porteño. Ese deseo de haber visto todas sus obras me llevó durante años a esperar este momento. Alguna vez nos veíamos y le manifesté mi deseo, y era reciproco, pero había que esperar. Cuando me vino con el texto, a leerlo, a la tercera hoja ya se me caían las lagrimas de emoción, me encontré con algo perfecto." Claudio lo mira y sonríe. Se observan y se entienden. Dos potencias creadoras se juntan y los ecos resuenan desde la porteña esquina de la calle México y avenida Boedo. Es el sonido del amor al teatro.

–¿Qué se va encontrar la gente que venga a ver esta pieza teatral?
Portaluppi: –La obra es una joyita. La potencia de imágenes, la sensibilidad de Claudio que la ha volcado en el texto, y que vuelca día a día por la bondad, el cariño y el respeto que tiene por la profesión, el trabajo y por contar historias que lleguen. Que toquen algo en cada uno y no queden ahí en la nada. El teatro es tan efímero que hay que contar cosas profundas para perdurar, que uno quiera verla de nuevo. Y el teatro de Claudio tiene eso: contagia, moviliza.
Tolcachir: –Es raro que él esté al lado mío al decir esto. Carlos es Messi (risas). Yo salí del cascarón del temor de estar a su altura de él y descubrí que este papel era perfecto para él. El personaje es enorme, tiene una cantidad de recorridos y estados que sólo Carlos puede hacerlo. Está lleno de verdades y de mentiras, es muy difícil y hay que tener muchos niveles de comprensión de lo que muestra y de lo que oculta, de lo que se da cuenta y lo que no. La verdad es que tenemos un elenco alucinante, todos de ranchos distintos pero se amalgamó genial. Yo de haberlo visto sabía que con él iba a poder descubrir su propia lectura del personaje. Estaba en un imaginario, pero verlo tomando vida en un actor así, te abre todo un mundo nuevo, como una juguetería para elegir. Esta buenísimo cuando un actor no tiene límites y además prueba de todo y no tiene la inseguridad de "ay esto no lo hago". Carlos tiene una enorme libertad de confiar en el ensayo. Conoce del proceso. Tiene una carrera y sabe cómo se trabaja. Te permite decir como director "bueno vamos a ver por dónde vamos" y probar. La verdad disfruto mucho.
P: –Aparte desde el primer día cada ensayo ha sido una gran satisfacción. Uno tras otro fueron fructíferos. Vamos achicando, viendo que va y que no. Acá la expresión te permitís liberarla al máximo. Esto es como la cocina del asunto y está lindo estar en la cocina.
T: –Es en serio, Carlos no se guarda algo para cuando está el público. Los bifes están ahí para mí solo en los ensayos, no sabés lo que es. Porque ama descubrir, ama que suceda y ama que esté bueno jugar.
 –¿Cuánto tiempo llevan de ensayo?
P: –Arrancamos a trabajar en noviembre del año pasado, paramos un poquito, siempre acomodándonos a los horarios de los otros laburos, pero le dedicamos muchas horas. Yo le pongo la misma energía a cada trabajo, a cada historia que cuento, sea cine, TV, o teatro. La energía es la misma. Lo importante es contar el cuento y que llegue al público. Transmitir la idea del autor, y para eso le voy a poner todo, siempre.

LA OBRA. Emilia fue su niñera. Lo crió, lo cuidó. Lo acompañó como nadie. El tiempo los separó y vuelven a encontrarse, él adulto, con mujer e hijo. Ella ya vieja, sola, necesitada.
Es una obra sobre la desconexión.  Indaga sobre hasta dónde se puede uno dar cuenta de lo que le pasa a otro y hasta donde uno pude hacerse cargo de lo que le pasa a otro. Son personajes que aman y no reciben lo que quisieran recibir. Pero aman, todo lo que pueden.
–¿Cómo llegaste a crear Emilia?
T: –Cuando vos elegís dirigir una obra de otro tenés mucho más claro porque la elegís. Cuando es algo tuyo es más difícil saber si es algo digno o es una porquería. Y la verdad que yo me apoye mucho en la confianza que ellos, los actores, le tenían al texto. Eso me daba mucha tranquilidad. Uno está en búsqueda. Ideas me aparecen muchas a la mañana, pero más de la mitad a la tarde y me parecen una taradez. Y cuando una me persigue, el universo parece ordenarse y todo alimenta esa idea. Las historias, –suena medio pelotudo– pero creo que te eligen. Yo no soy un autor profesional. Voy probando investigando formas de contar una historia, cada tanto aparece algo que me conmueve o que me perturba y que se me instala y hasta que no sale me persigue. En este caso el punto de partida es como puede haber amores desparejos, sinceros, pero desparejos.
P: –Nada es casual, las cosas llegan por algo.
T: –Yo intento no tener una marca. Como director lo importante es conocer a cada actor cómo es y cómo es trabajar con él. Yo quisiera no enamorarme de mi propio estilo o volver a hacer algo porque funcionó. Al contrario, porque cuando estás navegando un agua que medio la conocés, te das cuenta porque te hace acordar a vos mismo. Después hay obsesiones y gustos que son los de uno, y estarán en todas las obras que escriba o elija. Es así.
–¿Cuándo se es un mal actor?
P: –Hay actores distintos yo creo. Hay quienes tienen una flexibilidad mayor para hacer muchas cosas distintas, y hay otros que si el director las sabe aprovechar, sus propias limitaciones pueden ser su virtud. Me ponés en un aprieto si me decís cuando uno es bueno o malo. Yo no me considero ni bueno ni malo. Creo que todo pasa por el amor a la profesión nada más.
T: –Es subjetivo. La inspiración no baja todos los días, en todas las ramas del arte, muy pocas veces se presenta y para eso está la técnica. Pero si todos los días se levanta quien escribe, ensaya y prueba cosas, no siempre se hace un golazo de una pero en algún momento sale. Un pintor prueba colores y  repite para ver como transmitir esa idea. La actuación es lo mismo depende mucho de los colores que uno pueda ofrecer con su herramienta que es su cuerpo, su cabeza y su sensibilidad para poder contar la historia.


El director y su nido de amor

La compañía nace en 1999, creada por un grupo de teatristas con orígenes y formaciones diversas. En 2001, este grupo tuvo la necesidad de generar un espacio propio donde poder llevar a cabo investigaciones, entrenamientos y exposiciones, para lo cual construyó, según sus necesidades, Timbre 4. La primera creación fue Jamón del Diablo en 2002. Una adaptación de la obra 300 Millones de Roberto Arlt dirigida por Claudio Tolcachir. Desde el principio Timbre 4 fue un lugar de trabajo. Hoy, no sólo funciona como sala teatral, sino que durante toda la semana recibe alumnos de teatro que entrenan y se forman como actores. El compromiso de la escuela apuesta por una formación personalizada y específica, que, al mismo tiempo, incentiva en el alumnado la interdisciplinariedad. De Timbre 4 dicen sus fundadores: Es una casa. Y la casa es una escuela. Y la escuela es un teatro. “El año pasado cumplimos diez años. Lo que más me gusta es que todavía somos los mismos. Mirás para atrás, cosa que en el día a día no hacés por estar ocupado, y te das cuenta lo bueno de seguir con la misma gente”, dice Claudio.

–¿Qué esperás para el futuro?
–La idea del lugar es darnos el gusto de tener libertad absoluta. Yo no hubiera pensado en escribir si no fuera en este ámbito, o de dirigir. Queremos que el grupo no sea una prisión sino una elección. Tiene que ser un lugar de amor, aunque suene naif, que sea un lugar de placer. Y como disfruto cuando el trabajo es intenso, la idea es que siga siendo así. Somos estrictos en cuanto el respeto al laburo y al tratarse bien. No hay psicopateada o maltratro, todo el placer es laburar y laburar mucho. Me imagino algo muy concreto para el futuro: quiero que esto sea un quilombo permanente. Volcar acá más ideas y que nunca se vuelva una estructura pesada, luchar contra eso. Que tenga frescura, que haya riesgo, y que podamos hacer lo que queramos, porque si el lugar te come y te ata de manos, no tiene sentido. Por suerte nos repartimos bastante el laburo para hacer todos lo que queremos. Esperemos seguir así.


Las obras de Timbre 4

En la sala del director Claudio Tolcachir también pueden verse las siguientes puestas creadas y dirigidas por el autor:

EL VIENTO
EN UN VIOLÍN
Domingos 19 y 21:15 hs. A partir del 14/04.

TERCER CUERPO
Sábados 21:15 y 23 hs / Domingos 19:15 y 21 hs.


LA OMISIÓN DE LA FAMILIA COLEMAN
Viernes 21 y 23:15 hs. A partir del 12/04.

Precio de las localidades: $ 90 y $ 70 (estudiantes y jubilados)


Reestreno y tira en tv

En estos meses el talento multifacético de Carlos Portaluppi tiene para todos los gustos: está en pleno plan de grabación de la nueva tira diaria Vecinos en Guerra, de Sebastián Ortega que Telefe coproducirá junto a Underground y Endemol. Será protagonizada por Diego Torres, Eleonora Wexler, Mike Amigorena, Mónica Antonópulos, Marco Caponi, Mirta Busnelli, Hugo Arana, Marcela Klooesterboer, Carola Reyna, Jorgelina Aruzzi, Chang Sung Kim, Juan Pablo Geretto, Candela Vetrano, Lola Berthet, y muchos más. La tira sale a competir con Solamente vos, la historia que protagonizan Adrián Suar y Natalia Oreiro en El Trece.
Además a partir de este domingo, estará los domingos a las 18 hs. en el teatro Beckett (Guardia Vieja 3556). con el reestreno de  La historia del Señor Sommer. "Es una sala más chica que El picadero donde la hacíamos el año pasado, es un espacio que acoje muy bien a la obra, y el trabajo con mi compañero de Humoris Dramtis, Guillermo Ghio es permanente. Tenemos mirada atenta sobre esta historia exquisita", dice el protagonista. Del mismo autor que El Perfume, Patrick Süskind, este unipersonal cuenta la historia de un arquitecto que recuerda a un vecino misterioso de su infancia con una mirada reflexiva sobre la condición humana más esencial.

Fuente: Tiempo Argentino

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