Leonardo Sbaraglia: Cock


"Nadie te enseña a ser libre"

El actor protagoniza en teatro Cock, una obra que, según describe, "habla sobre las elecciones en el sentido más valiente de la palabra". Interpreta a un homosexual que se plantea la posibilidad de enamorarse de una mujer. "El actor construye metáforas con el cuerpo", describe.

Dos realidades se chocan en el camarín de Leonardo Sbaraglia. Afuera del teatro, la Avenida Corrientes vive uno de sus usuales días de furia: suenan tambores y vuelan papelitos de una protesta a la altura de Callao, una ambulancia hace rugir su sirena y se hace paso entre decenas de autos que apenas se pueden mover unos centímetros, un taxista se baja de su vehículo y le empieza a gritar a la gente que toca bocina. Leo puede atravesar ese mundo de gente estresada y llegar a su pequeño refugio teatral, donde tiene agua, libros, fotos de su esposa y su hija y una colchoneta. Y como si llegara de un paisaje zen, con un parque prolijito y un arroyito del cual siempre corre agua, el actor se saca las zapatillas, estira los brazos y empieza a bostezar. "Así me relajo", dice y se acuesta en el piso y estira todo su cuerpo.  
El actor que surgió del programa juvenil Clave de Sol, que se volvió una figura del cine –con Caballos Salvajes, Cenizas del Paraíso y Plata Quemada, entre otras películas–, que en 1999 se fue a España a empezar de cero y creció mucho más durante ocho años, y que hace un tiempo volvió a su país, estrenó en teatro Cock, una pieza del joven autor inglés Mike Barlett, dirigida por Daniel Veronese, que se anticipa como polémica y provocadora. Pero él no permite que nada de la ansiedad y los nervios de su alrededor alteren su estado pacífico.
"La emoción tiene que hacer su propio proceso en el cuerpo. Y si uno la quiere atrapar, la quiere asir, esa emoción muere inevitablemente. Sucede mucho en las telenovelas, que ves a un actor que encontró un sentimiento genuino y hace fuerza para retenerlo", dice Leo y empieza a poner caras de gestos duros, de sobreactuación. Pero la vida, piensa, no es así. "Uno no hace fuerza para llorar, al contrario, hace fuerza para no llorar, para no enojarse, para no parecer borracho, para no parecer caliente o enamorado. Todo el tiempo se quiere aplacar los sentimientos. Y en la actuación los sentimientos se tienen que ver, por eso es tan difícil el trabajo."
Y los sentimientos que Sbaraglia tiene que mostrar en Cock no son fáciles. La obra narra la historia de Juan (Sbaraglia), un joven gay que repentinamente se enamora de una mujer (Eleonora Wexler). Fascinado por ella, Juan se anima a confesarle su dilema amoroso a su pareja (Diego Velázquez), quien organiza una cena en casa para conocer a esta mujer. También actúa en la pieza Jorge D'Elía, en el personaje del padre de la pareja de Juan.

–¿Fue un personaje muy difícil de preparar?
–Sí, es una obra muy compleja. Se está planteando un tema muy duro, con momentos de comicidad. Se habla de un conflicto, del cual no se propone una salida, sino que se plantea una diversidad. No es una comedia, aunque haya gente que se muere de risa. Lo importante es mantener la línea de lo que queremos hacer. Yo he visto espectáculos que se deforman, justamente, por querer complacer al público.
–¿Qué diversidad plantea la obra?
–Es una obra que habla sobre la libertad, sobre las elecciones, en el sentido más valiente de la palabra. A mí me conmueve. Creo que habla de todos. Habla de las relaciones, más allá de hombres y mujeres. Las relaciones son parte de un mecanismo medio circular y repetitivo de asuntos familiares. Mi personaje, Juan, tiene una relación en la que aparentemente toda la vida se ha movido en función de los deseos del otro. Y nunca tuvo la posibilidad de reconocer su propio deseo, su propia identidad personal. Eso funciona como una metáfora de los encierros, de los roles. Cómo las personas se terminan ubicando en un lugar que nos tranquiliza, que nos aleja de la oscuridad. Mantenemos un rol social en la vida. Y la obra ataca eso. Pone en duda eso. Los tres personajes se están peleando por un cuerpo.
–¿La sexualidad es una excusa para hablar de la identidad?
–La obra no parte de un heterosexual para contar su descubrimiento homosexual, que es como se ha contado desde el arte siempre la conquista de la homosexualidad, como un derecho y como una necesidad. En este caso se hace al revés. La obra asume que la homosexualidad es una conquista ganada. Pero no es que el personaje de Juan pase de ser homosexual a ser heterosexual. Pareciera que por primera vez en su vida se anima a algo a lo que nunca se animó y que eso es su proceso natural. Pero sí, el tema de la sexualidad es una excusa para hablar de las identidades. Se usa la sexualidad porque es algo muy fuerte y sirve para hablar de las cosas que tenemos dormidas. Nadie te enseña a ser libre, más bien te enseñan a esconderte, te enseñan a cubrirte, a resguardarte, a protegerte de las balas, pero no te dan muchas armas para ser libre. La sociedad te pide que elijas, que sigas qué sos.
–¿Vos también sentiste esas imposiciones?
–Hay legitimidades. Yo elegí ser actor por muchas razones. Pero seguro que tiene que ver con que mi madre es actriz y que mi padre, si bien es psicoanalista, un día me dijo que estaría bueno que estudie teatro. Hay ciertas cosas que me fueron legitimando en mi decisión. Que un hombre elija a una mujer es algo que está legitimado. Estamos llenos de asuntos culturales que nos van guiando, nos ordenan, nos agrupan; por ejemplo, grupo de hombres que les gustan las mujeres. La sociedad tiende a esquematizar y a poner títulos. Eso puede ser tranquilizador y ordenar algo, pero al mismo tiempo limita la historia y nos reduce. Y reduce las relaciones entre mujeres y hombres, que podrían ser diferentes.
–Hay quienes sostienen que las personas se enamoran de personas, no importa si son hombres o mujeres.
–Yo creo que hay que tender a normalizar la sexualidad, disfrutar de otros modos de ser feliz con otros, más allá del género. La obra habla de la conquista del propio territorio del deseo, del territorio corporal, del de la identidad. Pide que los hombres confíen en lo que son y, al mismo tiempo, es una crítica a todos los límites que nos ponen. Cómo nos enseñan de los límites, pero no nos enseñan de la libertad. Quiero darle verdad a mi personaje, si yo no me meto con el corazón voy frito. Tanto mis padres como los de Eleonora nos vieron en un ensayo y estaban muy emocionados. Mi papá estaba llorando y yo no lo he visto llorar muchas veces. También lloró mi mamá, pero eso es otro tema porque ella llora mucho.
–Más allá de tu experiencia como actor, ¿cómo se hace para encarar las escenas de amor con otro hombre?
–¡No tocamos el tema con Diego! Enseguida hubo mucha normalización. Yo cuando tengo que actuar que estoy enamorado de una mujer, con la que no tengo ninguna historia ni experiencia, no beso sólo a esa mujer, sino que eso me recuerda a mi propia vida. Un abrazo bien dado te recuerda a todos los abrazos que te han dado. Uno se va dejando llevar por esa sensación, se guía por una experiencia corporal. Hay que alejarse del plano racional. El actor tiene que hacer mucho ese ejercicio, sino no podés salir al escenario, no podés actuar. Todo el tiempo se construyen metáforas. Los personajes son metáforas de uno mismo. No porque tengan que ver con mis experiencias directas, sino porque uno no tiene otra cosa más que uno. Robert De Niro dice que cuando sube a un escenario o a un set, él simplemente trabajaba con los sentidos, se deja llevar por el aquí y ahora a nivel sensorial, lo que ve, lo que escucha, lo que huele, lo que siente con su piel. El actor construye metáforas con el cuerpo, que está en función de las emociones y la imaginación. Como esculturas en el aire.

Leo dice esto, cierra los ojos y con las manos empieza a dibujar las esculturas, con tanta precisión, que parece tocarlas.  «

film con de niro y sigourney weaver
A fin de septiembre, se estrenará la película Red Lights (Luces rojas) en la que Leonardo Sbaraglia comparte elenco junto a Robert De Niro y Sigourney Weaver. En la historia, dos investigadores de fraudes paranormales, la veterana doctora Margaret Matheson (Weaver) y su joven ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy), estudian los más diversos fenómenos metapsíquicos con la intención de demostrar su origen fraudulento. Simon Silver (De Niro), legendario psíquico, tal vez el más célebre dotado de todos los tiempos, reaparece después de 30 años de enigmática ausencia para convertirse en el mayor desafío mundial para la ciencia ortodoxa y los escépticos profesionales. Tom comienza a desarrollar una densa obsesión por Silver, cuyo magnetismo se refuerza de forma peligrosa con cada nueva manifestación de oscuros fenómenos inexplicables.
"Por supuesto que estoy instalado en Argentina, pero yo tengo un vínculo de ocho años con España y voy a seguir apostando a trabajar allá, al igual que si surgen trabajos en otros países. Me encanta viajar. Yo quiero tener la libertad de poder ir, pero elijo estar en este país", cuenta.
Además, este mes estrena Cornelia frente al espejo, una película argentina  basada en el cuento de Silvina Ocampo y dirigida por Daniel Rosenfeld, en la que Sbaraglia también es protagonista.

cuerpos que lloran
Además de su trabajo como actor, Leonardo Sbaraglia condujo para el canal Encuentro el programa 99,99 por ciento, la ciencia de las Abuelas, un ciclo de cuatro capítulos donde el eje estuvo puesto en la búsqueda de los métodos científicos que permitieron establecer quién era cada uno de los niños encontrados por Abuelas. Por ejemplo, se explica cómo es el trabajo del Equipo de Antropología Forense. Si bien el programa ya se transmitió, será repetido por el canal y, además, se podrá ver por la Televisión Pública.
Uno de los momentos más emotivos del ciclo fue la entrevista que el actor le hizo a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, donde ella contó con lujo de detalles cómo fue asesinada su hija. Una información que pudo tener gracias a la investigación del Equipo de Antropología Forense. "Estela tiene un dolor muy pensado, muy reflexionado. Se le puede ver ese dolor abismal que tiene su cuerpo. Cuando hablo con ella, veo que no está llorando, pero todo su cuerpo llora. Al mismo tiempo, tiene la claridad para hablar de su tragedia. Ella dice que si no hubiese luchado por los demás, no estaría viva. A veces, luchar por los demás es lo que te salva. Estela es una luchadora. Luchó por los demás y por el país. Los más de 300 chicos que están sin encontrarse es una herida para nosotros, una herida para la Argentina, una herida para la sociedad", piensa Leo.
A pesar del relato estremecedor del asesinato de su hija, Leo destaca la habilidad de Carlotto para colaborar con su historia a la causa del programa y, en definitiva, de las Abuelas. "A Estela la conozco de hace muchos años, por estar muy unido a su lucha y haber colaborado con ella muchas veces. Siempre tuve una relación hermosa con ella. Para el programa, había temas concretos para tocar y Estela tiene mucha claridad. Los cuatro programas están unidos por esta entrevista y Estela sabía que había temas que iban a ayudar a la decodificación de la historia. Ella es la primera colaboradora, no hay que sacarle información. Yo simplemente estaba ahí poniendo la trucha, dando mi humanidad y haciendo que ella se sienta lo más cómoda posible", dice.

Fuente: Tiempo Argentino

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