Divertitango


Divertitango

El cantante presenta al trío de piano, bandoneón y contrabajo para iniciar un recital que reseñe la historia del tango, desde el candombe y la habanera, pasando por Gardel hasta llegar a Piazzolla. Un esfuerzo inesperado de producción trae a escena una pareja de bailarines para ilustrar los temas musicales no sólo con los pasos danzados, sino también con el ambiente en que se originaron. Así aparece una pareja de negros candomberos, un gaucho pobre milonguero, la nostalgia del inmigrante, el pituco de los salones del 40...

Con humor avanza la historia de Divertitango, sobre la sólida base del elenco musical dirigido por Juan Rivero en el piano. El bandoneón de Matías Gobbo y el contrabajo de Juan Angel Bonura se lucen con una sonoridad intensa. La voz de Guillermo Ibáñez se alterna entre el canto y la conducción, esta última en constante contrapunto con la irrupción de los sucesivos personajes encarnados por los bailarines -Daniel Sansotta y Verónica González-, vistosos en los pasos del 2x4, por momentos un tanto sobreactuados en su aporte cómico.

La propuesta es clara en lo que se refiere a graficar el desarrollo de la música ciudadana porteña, musicalmente es consistente y los toques de humor entreverados con el baile en sus diversas variantes le otorgan una dinámica entretenida. Le falta sin embargo al conjunto una mirada externa de la puesta en escena que quite gestos y elementos superfluos, que sólo perturban la visibilidad de la música y su interpretación danzada. Del mismo modo parece innecesario vestir a los músicos con camisolines de clowns: resultaría mucho más gracioso algún gesto medido, algún breve comentario que realizan, si éste surgiera de la seriedad del atuendo habitual de los intérpretes del tango, en lugar de ser prefigurado el humor desde el vestuario de colores estridentes.

La estructura de la obra resiste sin embargo a estos pequeños deslices, que son fáciles de corregir. La historia del tango se potencia como una sucesión de viñetas que retratan el paso de las décadas en Buenos Aires, que condensan la incorporación de grupos poblacionales, cada uno aportando su impronta a la mixtura que hace a lo porteño. Sostenidas, siempre, por la música y el baile. Dos elementos que no hay por qué aderezar en demasía frente a los niños, que bailan y cantan casi por naturaleza.

Fuente: La Nación

Sala: Garrick Arte y cultura, Avellaneda 1359 / Función: sábados y domingos, a las 17.30. 

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