Amor, dolor y qué me pongo


Primero hay que saber vestir

Una chica dice desde arriba del escenario: “En un momento de mi vida tuve que preguntarme ¿tacos o pensar?”. Contra lo esperable, la respuesta a este interrogante no aparece enseguida. Va cambiando, incluso, a lo largo de la obra. Y más que hablar sobre el universo femenino, esa dualidad apunta a cómo este universo ha encontrado a lo largo de los últimos años una forma de representación. Por alguna razón, la primera persona, el diario íntimo, la carta, en última instancia, la confesión, pareciera haberse adaptado a la perfección para contar historias de chicas. Así como las heroínas de Jane Austen narraban sus desvelos privados –su Sensatez y sentimientos, su Orgullo y prejuicio– en pos del amor, otras heroínas más actuales han contado sus secretos a los lectores, o directamente a la cámara. Y si hay alguien que sabe cómo contar estas historias, es Nora Ephron. Una guionista, dramaturga y directora que desde la década del ‘80 ha moldeado con sus personajes la sensibilidad femenina. Con una suerte de línea directa con Jane Austen en el más allá, y con las atolondradas chicas de Sex and The City en el más acá, de quienes Nora Ephron podría ser una buena madre judía.

Así es como esta hacedora de personajes entrañables y cercanos –como la Meg Ryan de Cuando Harry conoció a Sally, o la Meryl Streep de su más reciente Julie and Julia–, blancos de la identificación de miles de mujeres, llegó al teatro porteño. Amor, dolor y qué me pongo es una obra teatral de Nora y su hermana Delia Ephron, basada en una novela o libro objeto de Ilene Beckerman. En su origen, el libro mezclaba textos y dibujos de las prendas claves de su vida –uniformes escolares, vestidos de fiesta, batones– que esta señora recordaba como si los estuviera viendo. El material, que en principio circuló sólo para los familiares de Beckerman, llegó a manos de las hermanas Ephron, que sumaron a esa historia central sus propias historias, y las de su pequeño círculo de amigas. Como no podía ser de otro modo, estamos en presencia de historias “reales”, íntimas, confesiones, que una vez sobre el escenario, dichas por actrices empáticas y versátiles, mueven a la risa y a la mirada cómplice de las mujeres entre ellas, e inclusive, al interior de sí mismas.

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Amor, dolor y qué me pongo se puede ver los martes, miércoles, jueves y viernes a las 21; sábados a las 20 y a las 22; domingos a las 18.30 y a las 20.30, en el Teatro Tabarís, Corrientes 831.

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