Sandra Antman: Huevito de ida y vuelta


Títeres, de Buenos Aires a Hong Kong

Por Laura Pérez Diatto

Con el recientemente adquirido premio ATINA a la dramaturgia por su obra Manifonías, la compañía Asomados y Escondidos se prepara para llevar a Hong Kong su obra Huevito de ida y vuelta. No es la primera vez que este espectáculo sale del país. Ya hizo sus viajes de ida y vuelta a Brasil y España. Ahora, con la mente puesta en esta gira, Sandra Antman habló con Blog Teatro sobre esta obra que apuesta a lo visual y se apoya en algunos textos que, más que necesarios, están para ayudar a los más pequeños a abordar el universo mágico de los títeres.

¿Cómo surgió el viaje a Hong Kong?

En noviembre de 2008 fuimos a un festival en Tolosa, País Vasco. Allí nos vio el director del “Ming Ri Institute for Arts Education”. Había visto Manifonías y Huevito de ida y vuelta y le habían encantado. Nos preguntó si teníamos algún mes libre en 2010 como para presentar ambos espectáculos allí. Los eligió por su calidad y porque tienen muy poco texto. Huevito de ida y vuelta tiene apenas 15 palabras.

¿Cómo es llevar esta obra a Hong Kong? ¿Se adapta?

Esta obra la vamos a hacer en inglés. Como Hong Kong fue colonia inglesa hasta 1997, todo el mundo entiende inglés. Nosotros les ofrecimos traducirlas al cantonés pero no quisieron. Vamos a hacer funciones para los alumnos chiquitos, para los más grandes, para los profesores y para el público en general. Ellos promocionan nuestra participación en Hong Kong como compañía extranjera, entonces no tiene sentido traducir las palabras al cantonés o al mandarín. Aparte del texto traducido al inglés, el resto se mantiene igual.

¿Qué expectativas tienen con este viaje?

La verdad es que nos hace mucha ilusión. Cada vez que lo pienso no me alcanza la imaginación. Desconocemos absolutamente el público. No sabemos si es ruidoso o silencioso. Nosotros estamos acostumbrados a un tipo de público. En España el público es totalmente diferente al nuestro, es muy pasivo porque están muy aleccionados por los maestros. Acá al público le gusta intervenir con palabras. Vamos con expectativas de que se abra un mercado laboral.

¿Cuántos años hace que están haciendo esta obra?
Este es el año número 15. Se estrenó en 1995, con Alejandra Bertolotti y Tamara Schmukler. En 1997, la empezamos a hacer Claudia Dallarossa y yo. Claudia falleció en 2004 y en 2005 la reestrené con Mario Marino. Después de que Claudia falleció, yo había decidido no hacerla más. La volvimos a hacer porque Guadalupe Tempestini, la señora que organiza el Festival de Sevilla, nos pidió repetir allí el espectáculo. Yo le dije a Silvina que aceptaba sólo si lo hacíamos con un varón como compañero. Así cambió la lectura de la obra, antes se veía un chiquito con dos mamás y ahora se ve un chiquito con una mamá y un papá. Silvina aceptó y Mario Marino también.

La obra está dirigida a chicos de hasta 5 años. Sin embargo, los chicos y los grandes se mantienen expectantes por igual y el silencio reina en el auditorio. ¿Por qué creés que pasa eso?

Esto nos pasó muchas veces. A mí me sigue sorprendiendo. Los chicos más grandes quieren descubrir el truco, a otros les gusta la historia o se enganchan con la música. Al público adulto le gusta mucho. Yo creo que es porque la obra es sutil, muy tierna y tiene mucha síntesis, pero no lo tengo muy claro.
Una vez nos pasó en González Catán o en Laferrère, no me acuerdo bien la localidad, que teníamos una función en el patio de una escuela, con alumnos de primero y segundo grado. No era una escuela carenciada, pero sí humilde. Estábamos haciendo la función y había un tapial en donde se subieron un grupo de chicos de la escuela secundaria. Nosotros entramos en pánico porque creíamos que iban a hacer ruido. Sin embargo, los chicos se quedaron alucinados y, al final, aplaudieron con un aplauso cerrado, increíble.

¿A quién pertenecen los recursos técnicos?

A Silvina Reinaudi. Ella es autora, guionista, directora y diseñadora plástica. Pero el diseño, además de ser de Silvina, es de Analía Tejeda -una chica cordobesa- y también de Roly Serrano, quien fundó junto con Silvina Asomados y Escondidos. Es muy importante la participación del músico. La obra está ajustada milimétricamente a la música, es un trabajo de relojería.

¿Algún otro recuerdo vinculado a la obra?

Nos han preguntado alguna vez ¿cuántas pilas tiene? Para ese chico nosotros desaparecimos en toda la función. Otro nos dijo “a mí me gusta cuando mueve la boca”, y lo gracioso es que boca no tiene. Otros dejaron el chupete entregándoselo al gusanito. Una abuela con su nieta se fue diciendo que se iba “porque la obra era demasiado artística y no tenía participación del público”. Hicimos una función en las sierras de Huelva, para guardería, con bebés. Creo que el nene más grande tenía 2 años y miraron toda la función sin llorar.

¿Hay Huevito de ida y vuelta por muchos años más?

Yo creo que sí. Lo pensé muchas veces. Mientras yo siga mirando al gusanito y el gusanito me siga haciendo reír y me siga pareciendo tierno, para mí hay para muchos años más.

¿Qué significación o importancia tiene ganar los premios ATINA?

Es un estímulo para seguir trabajando. ATINA es una asociación que se especializa en la infancia y para nosotros es un lindo reconocimiento. Este año a Silvina Reinaudi le dieron el premio a la trayectoria.



Con autoría y dirección de Silvina Reinaudi, Huevito de ida y vuelta recrea con maestría el recorrido de un gusanito desde que nace hasta que alcanza su madurez. Asoma su nariz al mundo con un hambre voraz: “Tengo hambre” es su grito de guerra. Los titiriteros Sandra Antman y Mario Marino se dejan ver todo el tiempo. Es más, muestran –para el que quiera verlo– el artilugio con el cual el gusano es movido.

Los titiriteros, padres putativos del protagonista, le enseñan a ingerir distintos alimentos hasta que, un buen día, será el gusano quien les muestre –y muestre al público–que ha alcanzado otro estadío evolutivo: saciada su hambre física, tendrá otros apetitos. Finalmente, el gusanito dejará el nido de la mano de una compañera por demás femenina.

La historia es narrada en 40 minutos, a través de los cuales la música de Sergio Blostein acompaña cada paso de este tierno héroe mediante diferentes ritmos musicales.

Comentarios

Leo ha dicho que…
Vi la obra hace casi 8 años con mi hija. Dos veces. Cada vez que la recuerdo, se me dibuja una sonrisa.

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada