La cena de los tontos

Nota del 28 de diciembre

Divertida comedia, con moraleja

Dirigida por Francella y protagonizada por él mismo y por Adrián Suar, la obra invita a la carcajada permanente.

Pablo (Adrián Suar) recibe en su casa a Francisco (Guillermo Francella): lo ha elegido como su invitado para "la cena de los tontos", que todos los miércoles comparte con sus amigos. Aquel que lleva a esa reunión al más tonto -del que, por supuesto, se ríen toda la noche-, es el ganador. Los invitados ignoran la razón verdadera por la que son convocados a la comida. Pero por una causa fortuita, Pablo y Francisco no irán a la cena; sin embargo, tendrán una noche muy movida: la presencia del tonto en cuestión en la casa del vivo enredará aún más la agitada vida de Pablo.

Pablo es editor de libros. Francisco es un contador de la DGI, separado, que se dedica a construir maquetas con fósforos; sus pocas luces lo llevan a cometer imprudencias, torpezas y todo tipo de actos en perjuicio de otros.

En La cena de los tontos, que se estrenó el viernes en el teatro Corrientes de Mar del Plata, se suceden una tras otra situaciones divertidas, provocadas por el planteo de la obra y las características de los personajes; se suma la buena construcción de sus criaturas que hacen Suar y Francella, y el cuidado trabajo de dirección que hizo este último. El resultado: una puesta ágil, dinámica, entretenida. Francella, como director, ha logrado que la comedia no pierda interés a lo largo de toda la función, haciendo foco en el vínculo entre los protagonistas.

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