Ulises Dumont


Partió uno de los grandes actores argentinos

Su sanguíneo estilo de actuación lo convirtió en una figura del cine argentino, a la vez que brilló en la escena teatral y en la televisión

Ulises Dumont, uno de los actores más prolíficos de la cinematografía y el teatro argentino, falleció ayer, a los 71 años, como consecuencia de una afección cardíaca, en una clínica porteña. Sus restos son velados en Córdoba 5080 y serán inhumados en el cementerio de la Chacarita, a las 9.15.

Su rostro, alejado de los típicos galanes de la pantalla, y su facilidad para encarnar tanto el drama como la comedia le brindaron la oportunidad de actuar en más de 80 películas, en numerosas obras teatrales y en diversos ciclos televisivos. Había nacido en Buenos Aires el 7 de abril de 1937 y desde muy joven se sintió atraído por esos personajes que él contemplaba absorto desde la butaca de la sala de su barrio. Decidido a ingresar a ese mundo de fantasía, y tras desempeñar diversos trabajos que le permitieron sobrevivir con gran esfuerzo, se inscribió en el Instituto de Arte Moderno para luego integrar las filas del Conservatorio Nacional de Arte Dramático, donde tuvo como maestros a Augusto Fernández, Agustín Alezzo y Osvaldo Bonet.

Allí, junto con numerosos alumnos que con el tiempo llegaron a la fama, Ulises Dumont perfeccionó sus escondidas aptitudes artísticas para desempeñar papeles en los que demostró su enorme capacidad histriónica. En esa época de actores carilindos él debió luchar contra un físico alejado de la prestancia de sus colegas, lo que suplió con creces a través de la enorme ternura que imponía a cada uno de sus personajes. En 1963 dio sus primeros pasos en el escenario con Yerma, Los millones de Orofino y El dedo gordo , obras dirigidas, respectivamente, por Margarita Xirgu, Cecilio Madanes y Juan Silbert. En esos inicios se desempeñó también como bailarín en espectáculos musicales e intervino como tal en Viaje de una noche de verano (1965), su primer film, al que siguieron Dos quijotes sobre ruedas, La gran ruta, Estoy hecho un demonio, Autocine mon amour y ¡Quiero besarlo, señor!

A partir de Crecer de golpe , de Sergio Renán, su nombre adquirió mayor prestigio y fue convocado por directores de la talla de Héctor Olivera, Nicolás Sarquís, Manuel Antín, Carlos Sorín y Fernando Solanas. Requerido por Adolfo Aristarain cumplió notables actuaciones en Tiempo de revancha y en Ultimos días de la víctima , films por los cuales la Asociación de Cronistas Cinematográficos lo galardonó como mejor actor de reparto durante dos años consecutivos. Otro realizador que lo condujo en más de una oportunidad fue Eduardo Calcagno, con quien se destacó en sus labores protagónicas en Los enemigos , por la que fue premiado en los festivales internacionales de San Sebastián, Biarritz y La Habana, y El censor.

Premiado y admirado

Dumont aportó también su talento a las cinematografías de Colombia ( El día que me quieras ); España ( Una mujer en el jardín ) y Francia ( El rey de la Patagonia ) y fue premiado, además, por Sus ojos se cerraron , de Jaime Chavarri, y El viento se llevó lo que , de Alejandro Agresti. Su carrera en la pantalla grande prosiguió ininterrumpidamente a través de títulos como No habrá más pena ni olvido, La Rosales, El año del conejo, Gracias por los servicios, Historias clandestinas en La Habana, Yepeto , que había interpretado con gran éxito en varias temporadas teatrales; El ángel, la diva y yo y El mismo amor, la misma lluvia , producciones en las que demostró su singular figura y su enorme capacidad para dotar de humanidad a cada uno de sus personajes. Sus últimos trabajos para la pantalla grande continuaron brindándole el favor del público y de la crítica, y así tanto La esperanza como Conversaciones con mamá y 1 peso, 1 dólar reiteraron la capacidad de este actor que sabía otorgar ternura, humorismo y fuerza expresiva a cada uno de sus papeles.

Entre sus planes figuraba su actuación en Hostias, El fin de la espera y otros títulos actualmente en preproducción. El teatro fue otro elemento que le permitió subrayar su innegable facilidad para encarnar los más disímiles protagonistas, y así se lució en El acompañamiento, El pan de la locura, La dama boba, No hay que llorar, En pampa y la vía, Arlequino y la ya nombrada Yepeto , por cuyo trabajo ganó los premios Molière y María Guerrero, sin olvidar su excelente composición en La nona , de Roberto Cossa, que se mantuvo en cartel durante varias temporadas. La televisión fue otro de los elementos en los que Ulises Dumont volvió a demostrar su gran temperamento artístico en programas como Compromiso, Nosotros y los miedos y La bonita página , entre otros títulos. En 1996 obtuvo el premio Podestá por su extensa trayectoria, y en 1981, 1991 y 2001, el Konex de Platino.

La carrera artística de Ulises Dumont no tuvo intervalos. Su calidad de ser humano cordial, su indudable disposición para la charla amena y plena de anécdotas, esa media sonrisa que conquistaba a sus interlocutores y su notable capacidad de trabajo lo transformaron en uno de los actores más queridos y respetados de nuestro medio. Hoy quedan de él infinidad de muestras cinematográficas y recuerdos de sus pasos por los escenarios, que permitirán que su nombre se transforme en un ícono dentro del espectáculo nacional.

Fuente: La Nación

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