Conversaciones después de un entierro

Nota del 10 de octubre

En el nombre del padre

Una obra de la dramaturga francesa Yasmina Reza, la autora de "Art", se estrenó en la cartelera porteña. "Conversaciones después de un entierro" tiene la acidez y el humor necesarios para enfrentar un tema muy inquietante: la memoria de un muerto reciente. Un gran elenco que cuenta con la dirección de Luciano Suardi.

La obra aborda un tema doloroso, pero con amor, con inteligencia y con humor", subraya Alejandro Awada, uno de los actores de Conversaciones después de un entierro, una pieza más de la dramaturga francesa Yasmina Reza, que por estos días se sumó a la cartelera porteña.

Los caminos de la vida llevan a los hombres por distintos recorridos. A veces, hay quienes se encuentran en algún trayecto común. Antes y después, los senderos se bifurcan. Natalia Lobo y Federico Olivera compartieron sus inicios actorales en la tele, en Son de Diez. "Somos como hermanos", dice ella. Este proyecto teatral los vuelve a reunir. Marta Bianchi y Héctor Giovine deseaban ser dirigidos por Luciano Suardi, a quien admiran y de quien habían visto muchas puestas: Conversaciones... les cumple ese anhelo. Carina Zampini nunca había hecho teatro comercial en Buenos Aires. Y aquí está, familiarizándose con un escenario de la calle Corrientes. Awada ya trabajó bajo las órdenes de Suardi y ahora se reencuentra con él.

Por el camino no sólo van los que lo transitan; también hay miradas intrusas que buscan compartir la experiencia de los otros, aunque más no sea, como espectadores. Clarín presenció un ensayo de la obra. La primera escena transcurre durante el entierro del padre, en un bosque. El hijo mayor, interpretado por Awada, lee las páginas de un cuaderno que el difunto escribió siendo joven y que revela datos de su historia. Los otros dos hijos, en la piel de Lobo y Olivera, escuchan compungidos. Más atrás, el cuñado del fallecido, junto a su mujer, también participan de ese momento, abrazados: a ellos los representan Bianchi y Giovine. Enseguida se incorpora a ese cuadro una presencia perturbadora: una mujer, compuesta por Zampini.

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