Revolución de un mundo y Siempreviva
Nota del 13 de septiembre
Felicidad y juventud a cualquier precio
Las obras Revolución de un mundo, de Inés Saavedra, y Siempreviva, de Fabián Bril y Marta Delavalle, reflejan la obsesión actual por las apariencias y laexhibición de un bienestar narcisista destinada a despertar la envidia ajena
El ejercicio de la banalidad no está exento de una buena cuota de crueldad. Banalizar la vida es mirar el mundo de manera mezquina. La ética, en definitiva, es una cuestión de percepción. Conformarse con observar la realidad desde nuestras propias limitaciones, desde la pequeñez de quienes no se animan a observar al otro por encima de sus narices, deviene en cierta ceguera propensa al pensamiento único y enemiga de toda riqueza y complejidad conceptual.
Revolución de un mundo , el nuevo espectáculo de Inés Saavedra ( Cortamosondulamos, Divagaciones, Los hijos de los hijos) , expone los estragos que provoca cierto imaginario en el que la felicidad y la juventud deben obtenerse a cualquier precio, valiéndose de un lenguaje teatral depurado y preciso, que se despliega en el espacio de una vieja casona porteña. Pocas veces hemos visto en Buenos Aires una realización cuyo mérito principal radica en que los personajes dicen estupideces. Tantas estupideces que sus cuerpos se convierten también en un espejo de sus palabras. La madre, por ejemplo, excelentemente interpretada por Saavedra, confiesa que no se ríe porque se lo prohibió la dermatóloga. Ella detesta a su marido tanto como él a ella; sin embargo, a la hora de organizar una fiesta para su hija, los dos se abrazan y saludan como los presidentes estadounidenses antes de subir al helicóptero estacionado en la Casa Blanca. Mientras tanto, la hija del matrimonio padece problemas bastante serios, pero ellos no la ven. No pueden verla. Están ocupados en alimentar un narcisismo ridículo y mostrarles a los otros que son felices y lo tienen todo. Ya en la fiesta, la única que sufre es la homenajeada, al tiempo que los invitados se consagran a las frases hechas, las palabras vacías, los juegos de la sofisticación y el gusto por decir sin decir nada.
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