Intimidades de la señora Müller


Nota del 10 de agosto

El regreso de Fernanda Mistral

Aunque el texto es de relativo interés, complace mucho al público femenino

En algún lugar del vasto edificio del teatro occidental debe de haber una oficina de Agravios y Reclamos Conyugales. Ha sido y es sumamente frecuentada, porque el tema es eterno y, sobre todo, el público femenino lo recibe con evidentes muestras de regocijo y aprobación: rara vez aparece en escena un marido quejándose de su mujer, en tanto que abundan los ejemplos contrarios. En apretada síntesis, desde Casa de muñecas , de Ibsen, pasando por Antes del desayuno , de O Neill; Le bel indifférent, de Cocteau; Diatriba contra un hombre sentado , de García Márquez, o No seré feliz, pero tengo marido , hasta la señora Müller, la historia es siempre la misma, con ligeras variantes de época y de lugar: la culpa siempre la tiene el hombre.

Más en La Nación - 10/08/08

En El Cubo, Zelaya 3053. Viernes, sábado y domingo, a las 19.

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