Gritos y susurros


La dinámica de un drama agobiante

Los puentes entre las partes de la pieza y el trabajo de las intérpretes son fundamentales en la puesta de Francisca Ure.

Basada en la película de Ingmar Bergman Gritos y susurros, el debut de la joven directora Francisca Ure y su grupo de actrices propone una adaptación de este filme al teatro. Si el teatro y el cine trabajan en andariveles y códigos propios a cada formato a veces irreconciliables entre sí, la apuesta en este tipo de adaptaciones generalmente se desarrolla en áspero terreno.

Arriesgada apuesta teatral, entonces, de Francisca Ure sobre una película que exige un sólido grupo de intérpretes, tanto por la necesidad de concretar escenas con mínimos matices y elementos, como por la composición de personajes sobre un fondo que sigue una estructura musical de cuatro movimientos. Los puentes entre las distintas partes de la pieza, junto al trabajo de buenas intérpretes, son fundamentales para concretizar la dinámica de un drama agobiante.

Gritos y susurros, además, es una pieza compleja en su aparente linealidad. Remite a los motivos elaborados en Tres hermanas por Chejov, sólo que Bergman concentra la desolación ante el inevitable designio de las tres hermanas -Agnes, Karin y María- como punto de partida sobre el que se tejen las relaciones. La muerte es de alguna manera acontecimiento aglutinante y se incorpora como matriz fantasmagórico donde halla su particularidad cada personaje.

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