Fin de partida


Nota del 23 de agosto

Imágenes del mundo devastado

Una obra de Beckett y una película para niños invitan a la reflexión sobre el fracaso de lo humano

El viejo robot y su amiga, una simpática cucaracha, parecen ser los únicos habitantes del planeta Tierra en el futuro hipotético que plantea Wall-E , la exitosa producción de Walt Disney. El mundo ha quedado devastado, probablemente porque los humanos no supieron cuidarlo y los pocos que sobrevivieron huyeron hacia otra galaxia. Esas imágenes de una ciudad abandonada no parecen muy diferentes de las que describe Clov en Fin de partida , la obra de Samuel Beckett dirigida e interpretada por Lorenzo Quinteros y Pompeyo Audivert, que se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación. Cuando mira por su catalejo, Clov percibe que no ha quedado nada, sólo él y Hamm en un universo demolido. Dice Hamm: "La naturaleza nos ha olvidado". Y Clov responde: "La naturaleza ya no existe".

Curiosa coincidencia entre una película, supuestamente destinada a la platea infantil, y una obra de teatro que ha sido considerada una reflexión sobre la desesperanza. En verdad, las obras de Beckett resultan un canto en las postrimerías, casi el recuerdo de un mundo que alguna vez existió y en el que sólo perduran ruinas y huellas dispersas. Fin de partida , estrenada en 1957, tiene como trasfondo histórico lo que quedó después de la Segunda Guerra Mundial, al cabo de la experiencia de los campos de concentración, de las matanzas en masa, de la pérdida de identidad de millones de seres humanos para los que la guerra no terminó en 1945, sino que continuó en los recuerdos del horror, en las familias quebradas y en las imágenes de un mundo indescriptible. En otras obras de Beckett el panorama no es menos desolador. Basta leer Krapp, la última cinta magnetofónica, Días felices o Esperando a Godot para comprobar la profunda actualidad del universo beckettiano. En Krapp , el anciano que aparece en escena no reconoce su voz en las cintas de un viejo grabador; en Días felices , la protagonista afirma su felicidad mientras permanece atrapada en un montículo de tierra, y en Esperando a Godot , Vladimiro y Estragón esperan a alguien que no llega y seguramente nunca llegará.

Más en ADN Cultura - 23/08/08

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