Closer

Provócame

Si hay pocas cosas más enfermizas que una relación obsesiva, y un capítulo aparte lo constituyen los celos y/o las infidelidades, nada debe haber peor que la angustia de no saber quién se es, qué se quiere y despertarse solo, aunque se esté acompañado. Closer nació para provocar al espectador —primero desde el lenguaje frontal, descarnado— y luego clavar el escalpelo en las intimidades de una relación de pareja. Una relación —o dos, o cuatro— que no son precisamente parejas. De ahí el problema. No hay nada en la obra que no se haya dicho, ni que sea revolucionario. El morbo es sólo otra manera de provocación.

Fuente: Clarín

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