Matrioshka


Aguda mirada sobre un hogar disfuncional

Gran trabajo de la directora Camila Mansilla

Suele decirse, a modo de chiste, que el teatro argentino gira en torno de un único tema: la familia disfuncional. Y es cierto, o en gran medida lo es. Pero no toda disfuncionalidad familiar apunta al mismo objetivo ni está sostenida a través de una única línea estética. Es más, una de las cosas más interesantes que hay cuando las líneas argumentales se reducen es tratar de pensar los soportes formales, y hasta genéricos, a través de los cuales se construye y se enmarca a los personajes. Y aunque muchas veces pareciera que uno está viendo siempre lo mismo, hay veces en las que el teatro sorprende. Tal vez, las menos, pero lo hace.

La propuesta de Camila Mansilla es felizmente una de esas en las que el espectador se encontrará con un soporte estético sumamente interesante para narrar la historia de una madre que, en soledad, y bajo un clima de explotación laboral bastante notorio, debe criar a sus hijas. Pero lo sorprendente que realizó Mansilla en tanto autora es haber adoptado el punto de vista de las hijas y no el de la madre (personaje que interpreta ella misma).

Hay, al haber tomado esa perspectiva para la narración familiar, una necesidad de encontrar el soporte desde el que mostrarla. ¿Cómo se puede traducir al lenguaje escénico la mirada adolescente?

En la línea argumental encuentra que una de las posibilidades es, paradójicamente, ofrecer el problema desde la ausencia de un verdadero problema, o más bien, desde la exacerbación que el adolescente hace de una situación determinada, y que el espectador adulto podrá ver en la distancia y en su justa medida en tanto tal. La obra comienza cuando una adolescente acaricia y ordena sus muñecas Barbies dentro de una valija. Según se nos informa, la madre ha decidido quemarlas para cumplir un ritual ruso que consiste en quemar las muñecas de las hijas como forma de simbolizar el crecimiento y de augurar un buen futuro para la joven. Pero ella no está dispuesta a deshacerse de sus muñecas y necesita encontrar una salida. Su hermana, en pleno tratamiento de periodoncia, será la encargada de pergeñar la estrategia para salvar a las Barbies y a ellas mismas ante el supuesto abandono de la madre. Este elemento argumental en torno a las muñecas ubica al espectador en un nivel de reconocimiento de su propia biografía, así como de la superación que el acontecimiento, en aquel momento trágico tuvo. El mismo nivel de absurdo se percibe en lo que respecta a la metodología a través de la que las hijas se van a servir para deshacerse de la madre: sesiones de espiritismo.

En el Abasto Social Club, Humahuaca 3649. Sábados, a las 23.

En La Nación

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