Jorge Ricci y Rafael Bruzza: El clásico binomio


La postergación de los sueños

Los autores e intérpretes santafesinos presentan su histórica obra en el Centro Cultural de la Cooperación, con dirección de Mauricio Kartun. “A los personajes les pasan veinte años y a nosotros también”, reconocen.

“¿Pero quién dijo que es inútil exiliarse de la vida? Qué cosa rara es ser artista...” Con estas palabras cierra su historia El clásico binomio, obra de los santafesinos Jorge Ricci y Rafael Bruzza. Dirigida por Mauricio Kartun, la pieza se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación. Ninguno de los dos actores y directores, ambos responsables de la formación del Equipo Llanura, en Santa Fe, pensaron que continuarían representando este texto a lo largo de veinte años no sólo en el país, sino también en Europa y casi toda Latinoamérica. Ni tampoco que se constituyera en un estímulo para perfilar mejor la propia escritura, en el caso de Ricci, y para iniciarse en la carrera de dramaturgo, en el caso de Bruzza. Por otra parte, también El clásico... es un hito para el propio Kartun –fue él quien propuso concretar esta temporada en Buenos Aires, ya que sólo se habían realizado funciones aisladas– porque ésta fue su primera dirección. Además, la obra fue puesta por elencos de diferentes partes del país, de Jujuy a Caleta Olivia, algo que suele ocurrir con otros textos del Equipo Llanura: “Hay muchos grupos que se sienten muy próximos a nuestra dramaturgia, porque se identifican con lo que contamos. Así nos transformamos en una alternativa al autor de la Capital”, coinciden los destacados intérpretes en una entrevista con PáginaI12.

La obra presenta al dúo que anuncia el título –un guitarrista y saxofonista (Bruzza) y un recitador de glosas (Ricci)– desde el momento en que deciden apartarse de sus familias para consagrase por entero a la producción de un espectáculo que, según sueñan, los llevará directo a la fama. Mientras los artistas pasan de una pensión a otra sin salir nunca de los límites de la ciudad de Santa Fe, un fantasmagórico manager parece alentarlos desde algún lugar, prometiendo giras y asegurándoles que el éxito está por llegar en cualquier momento. De este modo transcurren veinte años, autoexiliados en una ciudad de provincia. “A los personajes les pasan veinte años y a nosotros también –afirma Bruzza–. Por eso, se establece una ligazón interesante en la ficción y en la realidad. Incluso, los personajes fantaseaban con actuar en lugares que después visitamos para hacer esta obra. Por eso pensamos que el espectáculo triunfa hablando de pesonajes fracasados”, concluye.

En Página/12

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