La vuelta al mundo


Un gran equipo creativo

En La vuelta al mundo sobresalen el grupo La Arena, Savignone y Negrín

"La vuelta al mundo en 80 días", de Julio Verne, es uno de los textos obligados de la literatura juvenil. Sus páginas son muchas, por lo tanto es difícil imaginar la síntesis necesaria como para llevarlo a escena, sobre todo cuando en el imaginario está aún esa maravillosa película de aventuras de 1956, con David Niven y Cantinflas. Pero por fortuna, Gerardo Hochman y Roberto Bianchetti lograron la condensación necesaria como para bosquejar en escena los fantásticos personajes de Verne y sus aventuras. Es que esta versión se trata de eso: de un bosquejo. De otra forma no se podría hacer ya que los textos y la historia son algo así como la excusa perfecta para unir hermosos cuadros circenses y acrobáticos.

Como vía para esa síntesis, los autores encontraron la solución en el relato, liso y llano. Y para eso están el mismo Julio Verne, personaje que compone Roberto Carnaghi, y el editor del diario que le pide que escriba la novela, encarnado por Ricardo Merkin. Este elemento narrativo sirve para cruzar en varios tramos ficción con realidad y, aunque la acción puede decaer en algún tramo del discurso, como producto de una primera función, seguramente eso cobrará mayor agilidad en poco tiempo. A su vez, el eje de la acción está puesto en el personaje de Passepartout, asistente de Phileas Fogg, más que en éste.

Hochman es un maestro a la hora de incorporar las artes circenses en una línea dramática. Aunque los cuadros de destreza son bellos en su totalidad y sorprenden, contienen argumento, y eso sostiene la atención del espectador. La labor del equipo es vital y Hochman logró hacer un espectáculo colaboracionista en cada área.

En La Nación

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