Chaco arde
Locura y amor en una road movie escénica
Por Hernán Salcedo
Dos cuerpos de mujeres que parecen uno. Están en el piso, enredadas. No se entiende de quién es cada brazo ni cada pierna. Una aplasta a la otra. Ahí están ellas en escena. Se quejan, compiten, gritan. Al entrar a la sala los espectadores se encuentran con la puesta en escena de un final. ¿Por qué están ahí, asfixiándose mutuamente, intentando una vencer a la otra? ¿Por qué están vestidas de fiesta? ¿Cuál fue la fiesta? ¿Dónde están los hombres? ¿Cuál es el dolor?
"Chaco arde", el "melodrama queer musical" creado por Belén Amada, Micaela Fariña y Gonzalo Quintana, cuenta una historia trágica, con humor y drama, esos dos territorios de la teatralidad que podrían no ser parte de lo mismo aunque en este caso necesariamente lo son. La provincia de Chaco es el destino de una especie de road movie teatral, un viaje de calor donde lo agobiante es la propia locura de las protagonistas. Una locura que arde y quema.
Sandra Díaz y Alejandra Gorriti fueron juntas al colegio secundario. Ahora se dirigen al casamiento de una de sus compañeras con la idea fija de vengarse de aquellos días de bullying. Se apoderaron de la ruta y, de algún modo, de sus propias vidas. Es la posibilidad de quitar las espinas incrustadas en la piel desde la adolescencia, de limpiar el alma de amores no correspondidos. ¿Hasta dónde se puede llegar por venganza? ¿Hasta dónde por lograr el amor de otro?
Fariña y Amada interpretan con intensidad a estos personajes al borde de lo irracional. Lo dan todo. Con el foco en los detalles, en la exageración, en el goce de lo absurdo, estas jóvenes actrices se constituyen como las piezas de una maquinaria teatral simple, elemental, de escenografía minimalista y una puesta de luces acorde, para edificar un melodrama disparatado. Convierten sus cuerpos en superficies de amor, locura y muerte. Hacen de la violencia y el grotesco teatral un recurso cotidiano. Le dan todo el cuerpo y toda la voz a sus personajes porque, siguiendo la urgencia del relato, llegó la hora de hacerlo. Y porque sobre todo el teatro es también ruido, explosión, escape de lo real.
La dramaturgia de esta obra es acertada. Los personajes van y vienen de una escena a otra, con un ritmo ágil y voluntario, para que el relato exista. Así como esos cuerpos que al comienzo de la obra están atados, pegados entre sí y luego se desprenden, la acción vive su propia desintegración, se va desovillando para mostrar qué ocurrió en el pasado y qué está pasando hoy.
Quintana, desde la dirección, logró sacarle todo el jugo a las potencialidades de las actrices sin quitar la vista de las necesidades de la narración.
Por su parte, la música es un recurso poderoso en la obra. Canciones con letras apasionadas le dan descanso a la trama y a la vez la impulsan. En "Chaco arde" la voz lastima pero alivia, tensiona pero abraza, aleja y a la vez acerca. La voz es el filo de un cuchillo que cuenta y canta.
La obra se despide este viernes, 13 de diciembre, a las 23, en El Método Kairós, ubicado en El Salvador 4530, CABA. La obra vuelve el 6 de marzo, en mismo horario y misma sala.
Chaco arde
Actuación: Belén Amada; Micaela Fariña
Coreografía y asesoría de movimientos: Sebastián Villagra
Diseño de luces: Samir Carrillo y Caio Senicato
Diseño de escenografía: Lula Rojo
Diseño de vestuario: Mailen Calvo
Fotos: Gastón Marín
Visuales: Eliana Agüero
Diseño gráfico: Roy Cifre
Asistencia de dirección: Kika Monte
Dramaturgia: Belén Amada, Micaela Fariña y Gonzalo Quintana
Dirección: Gonzalo Quintana
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