Guadalupe Lombardozzi: Venir tan lejos

“Cuando los objetos me hablan no puedo dejarlos huérfanos”

Guadalupe Lombardozzi lleva a escena parte de la historia de sus antepasados. A partir de las cartas de amor que se escribieron sus abuelos en los años 40 creó “Venir tan lejos”, que interpreta bajo la dirección de Laila Duschatzky y Alejandra Hollender.



Por Hernán Salcedo

Un viaje que empieza en cartas escritas hace décadas. El amor de los abuelos de una actriz que sobrevive a la erosión de la memoria y se transforman en una obra de teatro. La propuesta es vencer al tiempo y jugar con lo que somos.

“Cuando mi abuela se enfermó, que empezó a olvidarse de casi todo, yo intenté abrazar fuerte sus recuerdos como un acto de no dejarlos ir”, cuenta Lombardozzi. La actriz y titiritera habló con Blog Teatro sobre el proceso creativo de esta obra y sobre cómo fue el recorrido de esas cartas que, en sus palabras, “hicieron un camino para terminar en poesía”. Recuerdos y homenajes en formato teatral, como una forma de conectar con la identidad y la historia.

¿Como surgió la idea de montar este espectáculo? ¿El hallazgo de las cartas guardadas motivó la escritura o vos estabas rastreando algo de tu vida o de tus antepasados que te llevó a encontrar ese material?

Se impuso casi como una necesidad. Las cartas no llegaron a mis manos por casualidad. Tanto mi abuela en su momento como mi mamá después guardaron esas cartas y se ocuparon de que se mantuvieran en la familia. Me conmueve cómo han ido pasando de casa en casa, de mano en mano, hasta llegar a mí. Esas cartas hicieron un camino para terminar en poesía.
A mi mamá siempre le gustó guardar objetos, le cuesta desprenderse de cosas que para ella representan momentos de la vida. No le gusta tirarlos o donarlos, como que contienen algo que no está dispuesta a soltar. No guarda cualquier cosa, guarda lindo, guarda con curaduría.

¿Te identificás con tu madre en ese aspecto?

Creo que mi amor por los objetos viene un poco de ahí. Soy fanática de los objetos que develan una historia, ¨los objetos con pátina¨, como decía Mauricio Kartún en sus clases de dramaturgia en la Escuela de Titiriteros del San Martín. Esos que traen consigo la historia y nos la pueden mostrar. Yo no soy tanto de guardar pero me gusta encontrarlos. Cuando los encuentro me disparan imágenes y es como si de repente tuviera que darles un lugar en mi casa, en una obra. Cuando me hablan así no puedo dejarlos huérfanos. Me gusta colocarlos en un espacio elegido especialmente y ver qué otros objetos los acompañan.
Además hay una actividad que disfruto desde chica y que tuvo mucho que ver con el proceso de esta obra. En la casa de mi mamá, cuando nos visitaba algún familiar de afuera de Buenos Aires, me gustaba buscar las cajas de fotos de la familia y verlas en la mesa de la cocina. Cuando pasa eso van apareciendo anécdotas, lugares, situaciones, personajes, nombres. Me encanta ese encuentro. Todo eso está en cajas. La obra tiene muchas cajas. Son esas.
La caja donde mi abuela guardó toda su vida las cartas que se mandó con mi abuelo, su amor, estaba en su casa y varias veces la hemos abierto juntas. Siempre me llamaron más la atención las fotos que tenía ahí dentro. Nunca me había atrevido a leer las cartas, pero estaban ahí. Mi abuela las compartía, estaban a mi mano. Cuando ella se enfermó, que empezó a olvidarse de casi todo, yo empecé a buscar ahí, como en un intento de abrazar fuerte sus recuerdos, como un acto de no dejarlos ir, tal vez inútil pero vital para mí.


En la gacetilla se define al espectáculo como biopic. Es un concepto que viene del cine. En teatro se habla más de biodrama. ¿En qué se basa esa decisión? ¿Cómo definirías a este proyecto tuyo en ese sentido?

El concepto de biodrama está muy vinculado a la grandiosa Vivi Tellas. Es verdad que es más teatral. En la obra hablo sobre mis abuelos y juego a ser ellos. Los convierto en personajes y los teatralizo. Soy yo haciendo de otros y contando la historia de otros. Hay mucha fantasía en lo que cuento, no soy yo contando mi propia historia. Hablo de mí o de mi vínculo con ellos pero de una manera más indirecta que en el biodrama.
Aunque es documental, en la obra hay mucha fantasía. Es mi imaginación sobre lo que yo sé o conocí de ellos, mi imaginación basada en las cartas reales. En este sentido nos quedó más cerca el concepto de biopic, aunque venga del cine, porque nos pareció más abarcativo.

¿Esta obra se inscribe en la ola de espectáculos con base documental? ¿Qué puntos en común y qué diferencias identificás?

Sí, totalmente documental. Pero a la vez, siguiendo con lo anterior, la obra es difícil de catalogar, recorre una zona de límites frágiles, sucede en un espacio que lo único documental que se muestra son las cartas y una pequeña foto. Toda la obra se basa en esas cartas que se mandaron mis abuelos, el objeto documental que forma parte esencial de la puesta y de la dramaturgia. Pero a la vez hay textos que rozan la poesía, que escapan de lo documental. La puesta en escena es completamente objetual, dispara más a la fantasía, plantea escenarios oníricos que conviven con esa otra cara documental también presente.

¿Cómo fue la experiencia de interpretar tu propio texto? ¿Hay una separación entre tus roles de dramaturga y actriz o se puede hablar de un mismo proceso?

Esta es la tercera obra que escribo e interpreto. Es una locura. Pienso todo muy junto, me cuesta mucho separar los roles durante el proceso. Es bastante intenso.
“Venir tan lejos” tuvo un proceso particular porque las cartas dispararon imágenes muy potentes que plasmé antes que nada en objetos. Primero dibujé y construí los objetos, después vinieron improvisaciones en las que jugaba con esos objetos y los textos de las cartas, tal cual estaban escritas. Y recién después de todo ese proceso me senté a escribir durante meses. Pero la puesta ya estaba casi lista.
Es un material que sigue disparando imágenes y si fuera por mí estaría en constante transformación. Pero entiendo que en un momento tengo que parar. Por eso estuvo buenísimo incluir a Laila (Duschatzky) y a Alejandra (Hollender) en la dirección, porque me pusieron ese límite. Ellas fueron las defensoras de lo que ya estaba construido en el texto y que sabíamos que funcionaba. Ha sido y es una lucha constante entre mi actriz y mi dramaturga, donde las directoras hacen de mediadoras.



¿Tus abuelos viven? ¿Pudiste compartir algo del espectáculo con ellos?

Mis abuelos no viven. Cuando empecé con el proceso de la obra mi abuela vivía y le conté que estaba escribiendo algo sobre ella y sobre su amor con Pepe, que iba a ser una obra de teatro y que yo iba a actuar un poco de ella. Le daba mucha alegría. Creo que debió ser un lindo regalo para ella. Una vez filmé un ensayo y se lo mostré, no paraba de repetir ¨qué linda que estás, qué lindo, mi Lupita, sos un sol¨, esas cosas que nos dicen las abuelas… Me daba mucho ánimo. Ella es la única persona en mi familia que hizo teatro, así que supongo que le habrá gustado. Por lo menos eso me hizo saber.

¿Hay algo en particular que disfrutes más al hacer la obra?

Me divierto mucho y me conmuevo profundamente. Es como si pudiera desplegar  la historia cada vez y jugar con ella. Vuelvo a conectar con mi abuela, a recordarla en este homenaje, pero también es una forma de conectar conmigo misma, con mis antepasados, con mi propia identidad e historia.
Disfruto mucho las partes donde hago de ella, juego a ser ella, a ser una joven de los años 40 o a ser una mujer adulta en los 60. Las tonalidades en el decir, las palabras que usaban y que ahora no usamos. ¡Esas partes me encantan!

¿Qué sensación te envuelve cada vez que terminás de hacer una función?

Es una sensación de entrega muy fuerte. A veces me da cierto pudor con el público. Por suerte, como tenemos un momento de encuentro en el que el espacio se puede recorrer, ahí se disipa esa sensación cuando me comentan lo que cada uno vio, cosas que se acordaron de la casa de sus abuelos. A cada uno se le dispara lo propio. Va todo más allá de mí, de mi abuela. Ahí se me va el pudor y siento que es el mayor logro de la obra. Porque mi miedo era que se volviera muy propio, muy personal, pero parece que no, que funciona de la manera más bella, que cada uno vuelve a ese lugar de cuenco que saben hacer las abuelas y los abuelos. Me da una gran alegría recibir eso del público.



Las funciones de "Venir tan lejos" son hoy, jueves, a las 21, y desde junio los viernes en el mismo horario. En La Gloria Espacio Teatral -Yatay 890, CABA-. Entrada general: $250 (estudiantes y jubilados $200) Reservas por whatsapp al 11 6856-4420.

Venir tan lejos, una creación de La Lupe Teatro
Autoría: Guadalupe Lombardozzi
Dramaturgia del espacio y diseño de los objetos: Guadalupe Lombardozzi
Actuación: Guadalupe Lombardozzi
Realización de los objetos: Valeria Dalmon, Myrian Salto y Maraña Gestual
Fotografía:  CHAS 35 Estudio Fotográfico
Prensa: Romina Pomponio
Dirección: Laila Duschatzky
Codirección: Alejandra Hollender
Duración: 50 minutos

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