Simple: las canciones que negué amar


Canciones a la carta cruzadas por la melancolía

Desde el momento mismo del ingreso a la sala, el público puede hacerse una idea más o menos aproximada de qué verá. Se encontrará con un tocadiscos, una escenografía tipo "boîte" y al actor y cantante con un vestuario que nos retrotrae fuertemente a la década del 70. Luego, minutos antes del inicio del melancólico espectáculo, una asistente indicará la estructura azarosa que lo rige: ocho personas del público deben elegir a ocho artistas de entre unos 30 posibles. Esa elección determinará el espectáculo que se verá esa noche, que será distinto cada día más allá de alguna casual repetición.

Una vez que los discos se encuentran en la escena, Pesqueira llevará a su público por un viaje por la década del 70 y del 80 a través de canciones y cantantes reconocidísimos -aunque muchos de ellos ya olvidados- mientras va hilvanando relatos de su Córdoba natal. Así, lo social y lo íntimo se amalgaman en un espectáculo que entre lo kitsch, lo cómico y lo nostálgico va avanzando de manera sorpresiva. Cada artista (Rafaela Carrá y Mijares, por mencionar sólo dos de los ocho que le tocó en suerte a este crítico) aparece evocado bajo la égida de la vergüenza ("yo no lo escuchaba", dice Pesqueira de manera recurrente) gracias a un vecino (una niña poco agraciada, un cartonero, una travesti, entre otros) que es presentado como fanático de esa música. Así, cada canción adquiere un sentido dramático por fuera de lo evocativo y lo nostálgico.

La puesta en escena es muy sencilla y todo el peso de la obra está depositado en él, que sabe jugar e improvisar con el público como mecanismo indispensable de complicidad, mientras la escenografía, el vestuario y la iluminación lo acompañan para la creación de un clima de época.

Fuente: La Nación

Sala: La Comedia / Funciones: lunes y martes, a las 21

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