Sin Dios


Un atractivo juego ontológico

En este viaje a un infierno personal que propone Marina Wainer, se facilitan diferentes lecturas que van desde una linealidad literaria hasta conclusiones ontológicas y existencialistas.

Algo similar a lo que plantea Sartre en El ser y la nada cuando habla de la relación entre el ser su pasado y el ser su futuro, donde evoca los conceptos de tiempo como una proyección mental del ser, siendo éstos los causantes de la inacción del mismo al quedar varado entre lo que fue y lo que podría ser.

Los tres personajes que bajan una escalera para encontrarse en un espacio cerrado buscan algo que modifique su existencia. Son tres almas atormentadas por su forma de ser, que quieren cambiar a cualquier precio, o por su pasividad frente a una realidad que los supera. Tratan de solucionar sus problemas esenciales y existenciales a partir de un supuesto juego, rutinario, donde el uso de una cantidad de palabras supuestamente modificará su realidad, esperando en última instancia ser alguien totalmente distinto de lo que son, como una manera de alcanzar la felicidad. Cuando se acaban las palabras sólo se puede borrar de nuevo la pizarra y volver a empezar.

En un estilo que roza el absurdo, el texto plantea la individualidad de cada uno de los personajes que, aislados de todo entorno afectivo, presenta sus anhelos para luego tratar de encontrar el camino para lograrlos. Sin embargo, a partir de la actuación de Lucio Cerná, Jorge Noguera y Marina Wainer, esos personajes se van cargando de humanidad con una carnadura real y concreta y con una esperanza que es totalmente reconocible.

Acertada es la dirección de Marina Wainer, que ubica a estas criaturas en un diseño espacial, por momentos agobiante, con una marcación apropiada para darles una dimensión humana y por eso cercana y verosímil.

Fuente: La Nación

Sala: El Estepario, Medrano 484 / Funciones: sábados, a las 21

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