Esteban Meloni: El príncipio de Arquímedes


"El trabajo del actor es un servicio al público"

Integra el elenco de El príncipio de Arquímedes y afirma que elige sus papeles si algo del proyecto lo conmueve.

Comenzó su carrera con pequeñas participaciones en programas de mucho rating: Verano del 98, Son amores y Los Roldán. Pero en 2005 interpretó al novio verdulero de Florencia Bertotti en Floricienta y, con ese papel, Esteban Meloni, tuvo cierta repercusión que  lo llevó a debutar en cine en la película El viento (2005), con Federico Luppi. Al año siguiente, con Vidas robadas en Telefe, su nombre ganó popularidad. Allí se puso en la piel de un fiscal lleno de ideales que luchaba por desbaratar judicialmente una organización mafiosa dedicada a la trata de personas.
Por estos días, Meloni encarna en teatro a un profesor de natación que tiene una actitud dudosa con un alumno- ese es el gancho de la obra El principio de Arquímedes, que se presenta en el teatro Apolo-, lo que él reconoce que es no es fácil. “La idea central de la obra es un tema fuerte, un tema sensible. Es un personaje que requiere de mucha exposición física y emocional. Como actor conlleva mucho valor hacerlo, no es agradable de interpretar, pero es tan bueno el texto y tiene tan buenas intenciones, que vale la pena pasar por todo lo que implica”, dice Meloni.
Él sabe que el teatro comercial y la televisión, el camino que viene recorriendo hace años, muchas veces puede caer en temas más superficiales, pero sin embargo afirma: “Tuve la suerte de apostar a buenos personajes y fui tomando decisiones que me ayudaron en el camino de hacer personajes que inviten a reflexionar”.  Esteban fue dirigido por Claudio Tolcachir dos veces, en Agosto, cuando trabajó con Norma Aleandro y Mercedes Morán, y en Todos eran mis hijos, con Lito Cruz y Ana María Picchio. En tele, además, estuvo en Para vestir santos y Mi amor, mi amor, entre otras. Pero su sueño se cumplió cuando trabajó en Toda la gente sola, donde también trabajó con  Alejandro Urdapilleta, su referente.
“Lo primero que pasa es que me conmueven a mí. Así elijo las obras. Algo de lo que pasa en la obra o de lo que se habla tiene que que movilizarme. Quiero papeles que me ayuden a desprejuiciarse también. El de El principio de Arquímedes es un personaje muy juzgable, incluso para un actor” dice.

–¿Qué pensante de tu personaje cuando lo leíste?
–Me gustó. No es nada cómodo, es  difícil. Considero que es un texto inteligente. Es un tema del que hay que hablar y es necesario. Es un acusado. Trato, cada vez que salgo al escenario, de sacarme todos los prejuicios, justificarlo y tratar de sentir lo que él siente, tratando de entender porqué hizo cada cosa que hizo y ver la situación desde su lado. Cualquiera podría estar en esa situación. Trato ver las circunstancias en las que estaba y porque se manejó como se manejó. Eso es todo lo que yo puedo ofrecerle al personaje, mas allá de estar entregado a que me sucedan cosas con los compañeros y el público. Trato de estar disponible estar abierto a vivir la experiencia, sin resistencia, estar blando para que sucedan cosas. Me parece que eso es nuestro trabajo,
–¿Es una tarea diaria?
–Constante. Tratar de ser buen actor es lo que consume mi tiempo. Nuestro trabajo se puede entender como un trabajo narcisista, superficial y hasta egoísta. Muchas veces me he preguntado para quién trabajo, a quien le sirve lo que hago. Creo que hay que entender el trabajo de actor como un servicio, no como algo que se hace para entretener o para la propia satisfacción, para decir qué bien que estuve o que me feliciten y me saquen fotos. Hay que entender y nunca olvidarse que es un servicio para el público. En la sociedad es necesario el trabajo del artista o del actor, o del poeta, o el músico. Es necesario para la vida de los demás. Ese momento en el que la gente se emociona o reflexiona o se divierte o aprecia la belleza de algo es cuando se cumple nuestra tarea. Es a lo que apuntamos y es lo que evita caer en esa trampa del ego. Esa también es una lucha diaria.


La duda: ¿cariño o algo más?

Luego de dos exitosas temporadas con localidades agotadas en el Teatro San Martín y en el C. C. Konex, se reestrenó El Principio de Arquímedes del dramaturgo español Josep María Miró al teatro Apolo. Una puesta perturbadora dirigida por Corina Fiorillo y un elenco conformado por Beatriz Spelzini, Martín Slipak, Nelson Rueda y en el 2015 con Esteban Meloni en el rol del profesor de natación, que reemplazó a Juan Minujin y a Alejandro Paker que interpretaron antes el personaje.
El Principio de Arquímedes retrata una situación particular cuando un profesor de natación tiene un gesto tierno con uno de los niños de su clase. ¿Una simple muestra de cariño o algo más? A partir de esa situación, aparentemente inofensiva, se enciende la llama de las suposiciones y de la desconfianza, que arrastra a todos -público incluido- a un estado inquietante de sospechas y resquemores. Gestos que parecen inocentes se observan con prejuicio, generando presión para tomar partido entre lo que se dice, se asume y lo que debería ser.


El principio de Arquímedes se puede ver de jue. a dom. en teatro Apolo. Corrientes 1372.

Fuente: Tiempo Argentino

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