Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de la huerta se llaman sin verse, encerrando en su grito de amor toda la fatalidad del Universo y Alí


El otro, el mismo

Un francés y dos belgas presentan hasta mañana dos espectáculos breves que son uno. La cita (al borde la obligación para cualquier espectador inquieto) es en el Teatro 25 de Mayo. Están programados por Polo Circo. A juzgar por sus formaciones, el circo contemporáneo es algo latente en ellos. Claro que en los dos trabajos (que son uno) que se presentan en la ciudad lo coreográfico y el despliegue de una fisicalidad de un rigor asombroso definen los pasos de estos artistas que, en escena, son dos y son uno.

En esa confusión, en esa mixtura y en esa molesta, inquietante, perturbadora manera de ser uno, el mismo, la sombra, la bifurcación y el otro transcurren las dos propuestas cargadas de situaciones de una fuerza visual hipnótica. Mathurin Bolze es el francés. Hedi Thabet es el belga. El dúo se completa con Alí Thabet (en este caso, como codirector de uno de los dos trabajos). Bolzi y Alí han trabajado con las grandes figuras de la danza contemporánea actual (desde Josef Nadj a Pina Baush, pasando por Sidi Larbi y Decouflé). Hedi supo ser una malabarista notable. Niño prodigio. A los 18 años, perdió una pierna. Es, hoy, otro bailarín exquisito guiado por su hermano Alí (a quien le dedican el dúo), quien parece ser quien le enseñó a transitar por su nueva realidad. Hoy, Hedi es un creador de mundos imposibles, un alquimista del movimiento. En algunos momentos de ese dúo, Bolze y Hedi bailan con muletas. Logran transformar a esos fríos objetos ortopédicos en parte de sus cuerpos, en extensiones de sus brazos, en los esqueletos de alas que ni necesitan de plumas para volar. Y ellos vuelan. Y son dos. Y son uno. Complementan esos cuerpos de tal manera que transitan momentos de ilusionismo óptico que les permite cuestionar la idea de la falta, de la carencia.

En el programa hablan de la "belleza de la imperfección". Cierto. Y no. Porque ellos dos son perfectos. Y son bellos. Tan bellos y tan (im)perfectos como en el primer número (Somos como esos sapos..., en su versión abreviada). En esa obra que abre el díptico, tres personajes (de nuevo ellos dos junto con una bailarina y cuatro músicos/cantantes que unen el rebetiko con canciones populares tunecinas) ponen en crisis la temática del matrimonio en un planteo por fuera de toda lógica binaria. Y son tres, y son dos, y son uno en medio de un paisaje sonoro cargado de extranjerías, de territorios fantásticos de lógicas propias, de cuento fantástico y cercano, real, próximo.

Forman parte de la compañía francesa MPTA (Les mains, les pieds et la tête aussi/ Las manos, los pies y la cabeza también). Se presentan hasta mañana. Vayan.

Fuente: La Nación

Funciones: hoy, a las 20, y mañana, a las 19, en el Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444.

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