Alejandro Bustos y Tristana Muraro: Alicia, ensueño de maravillas


Mundo de sombras

icia, el personaje de Lewis Carroll, siempre se prestó a la indagación estética para intentar una aproximación a su mundo onírico en representaciones teatrales o cinematográficas. Pero Alejandro Bustos siguió el camino inverso. Se encontró con Alicia cuando estaba experimentando.

El dibujante, escenógrafo y titiritero que había sorprendido hace unos años con sus escenografías dibujadas en arena y proyectadas sobre una pantalla para un espectáculo singular, Bambolenat, hace dos años comenzó a armar un nuevo proyecto, junto con la acróbata Tristana Muraro. Buscaron nuevas expresiones a través de la fusión de sus habilidades artísticas. "En una improvisación, proyectábamos la sombra de una silla, que crecía y se achicaba, con Tatiana metiéndose por debajo de ella o sobrevolándola, ahí nos dijimos: «Parece Alicia»", rememora. Ahí comenzó el camino que lleva al estreno esta noche de Alicia, ensueño de maravillas, en el Galpón de Catalinas, con dirección de Bustos y protagonizada por Muraro.

Sombras e imágenes traslucidas a través de una gran pantalla de ocho metros de ancho por cinco de altura se hilvanan en una secuencia inspirada en Alicia en el País de las Maravillas, pero sin pretender narrar la historia original de Carroll. "En realidad, es una mujer que un día se pone a jugar con su sombra y encuentra todo un mundo mágico que le hace recordar a cuando leía Alicia", explica Alejandro Bustos. "Hay cierto hilo conductor que tiene que ver con el conejo y hay muchos de sus personajes, pero la obra no tiene texto, sólo la proyección de una frase. Esto no intenta contar el cuento. Utilizamos cierto imaginario que le adjudicamos a Alicia, que interpretamos del texto. Pero al no haber textos, no se puede abordar tal cual", agrega Tatiana Muraro.

Bustos reivindica la tecnología utilizada de modo artesanal en función del hecho teatral. "Suceden cosas que sorprenden al espectador, en las funciones de testeo que hicimos surgía la pregunta de cómo lo hacemos. Pero por suerte hay un momento en que se rinden y se entregan a lo que propone la imagen, sin pensar más cómo se hace. Es como averiguar el truco del mago, se pierde la magia."

Pero, según su experiencia, son principalmente los adultos los que quedan intrigados por el mecanismo que produce las imágenes en varios planos, el diálogo de la Alicia en tamaño normal con ella misma muy pequeña. "Los chicos naturalizan lo mágico", asegura. Y a pesar de que las sombras y el juego con la oscuridad no resultan fáciles con niños pequeños, han probado la obra con chicos de cinco años que se entusiasmaban con alentar a Alicia a escapar de los lobos en un bosque tenebroso. "Esa escena la jugamos con muchas imágenes tomadas de los cómics, con sus encuadres", adelanta el director.

"Para que estas cosas salgan bien hacen falta niveles de precisión importantes, en función de que si no se vea al titiritero, de que haya luz invadiendo zonas. Pero con todo el rigor técnico siempre se mantiene algo del espíritu lúdico. Cada escena tiene un abordaje técnico distinto, incluso para no caer en el ritmo lento que suelen tener los espectáculos de sombras. Y siempre estamos dispuestos a cambiar algo, a seguir explorando. La sombra es efímera."

Bustos cita al escritor Gustavo Roldán con su "mirada de mirar lejos". "Las cosas parecen ser una cosa y terminan siendo otra al acercarnos. Eso ocurre todo el tiempo en la obra. De la sombra de Alicia emergen de repente el Sombrerero y la Liebre de Marzo, pero como Alicias con orejas y sombrero. O cae el trapito con el que se limpiaba la mesa y se convierte en el erizo que sale caminando. "Me gusta generar este ensueño a través de una tela como es la pantalla, de la veladura que se genera como cuando uno no recuerda exactamente un sueño."

"Dramatúrgicamente siempre reaparece la noción de que todo surge de la imaginación de la protagonista", acota Tristana. "Está en el bosque, de repente se separa y el bosque es el libro que está leyendo, en las páginas escritas por Carroll." La propuesta es clara: sorprender, porque, al decir de Bustos, "como Alicia, uno de un viaje no vuelve igual".

ALICIA, ENSUEÑO DE MARAVILLAS

El Galpón de Catalinas, Benito Pérez Galdós 93.

Viernes 17 y 31 de octubre, a las 21.30; domingos 19 y 26 de octubre y 2 de noviembre, a las 19.30. $ 100.

Fuente: La Nación

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