Gabriela Bianco: Gelsomina Blablablá


La palabra, la música y las señas

Gelsomina es una artista sorda que se comunica en lengua de señas. Su sonoridad y su idioma gestual llaman la atención: son diferentes de los de la mayoría. Ella ha hecho de lo que a priori es una dificultad, un arte original e inigualable. Blablá es una payasa cuentacuentos que atraviesa una gran crisis creativa: se le terminaron todos los cuentos, no tiene más ideas. Y no podrá continuar su viaje a menos que pueda crear una nueva historia. El encuentro entre Gelsomina y Blablá es el punto de partida para hilvanar la historia de Gelsomina Blablablá, que hoy puede verse en el Teatro Payró (ver aparte). Como todos los espectáculos de la Compañía Artes & Señas, Gesolmina... integra a las personas sordas, en este caso en la platea. Pero su búsqueda central es de carácter artístico: aquí la lengua de señas aparece como un medio –una excusa, en un punto– para encontrar una nueva poética teatral, disfrutable por todos, más allá de lo que puedan percibir con sus órganos auditivos.

“En nuestros espectáculos la lengua de señas siempre está presente, no como un fenómeno de traducción, sino como un elemento dramatúrgico más, que convive con otros: la narrativa oral, la música, las luces”, marca Gabriela Bianco, directora y autora de la obra. “En este caso, lo que plantea Gesolmina... a los chicos es la posibilidad del encuentro, el juego, el asombrarse frente a la diferencia. Y para los grandes tiene un poco de información, y algunas preguntas que quedan abiertas”. La Gelsomina que protagoniza La Strada de Fellini (aquella entrañable artista ambulante que recorre la Italia de posguerra) y el libro Gelsomino en el país de los mentirosos, de Gianni Rodari, son las fuentes de inspiración de esta historia que pone en escena a lo otro, lo diferente, lo que no siempre se alcanza a comprender. Gelsomina y Blablá emprenderán juntas el mejor viaje, y en ese camino cada una aprenderá la forma de comunicarse y de comprender el mundo que tiene la otra.

Lo particular de esta propuesta es que, por haber sido concebida con especial atención en diferentes líneas dramatúrgicas –una orientada a la percepción visual, sinestésica y kinética, otra complementaria que sigue un hilo auditivo– está abierta para convocar a todo público: chicos, grandes, niños oyentes y sordos, y también ciegos. “Al menos esa es siempre nuestra pretensión, poder contar desde percepciones distintas, en equilibrio entre los lenguajes”, continúa Bianco. “A veces lo logramos más, otras menos, es una línea de trabajo. Después, el sistema perceptual de cada uno va mucho más allá de los órganos que perciben, y esa es una hipótesis de partida interesante. La intención es que cada chico, desde su propio campo perceptual y sus propias vivencias culturales, acceda al espectáculo teatral”, define. La presencia de dos lenguajes –el musical y el visual– es entonces la marca estética de la obra. Blablá, en tono clownesco, canta con alguna tonada misteriosa. La escena transcurre en un paraje del norte argentino, de modo que zambas, bagualas y vidalitas también se destacan (la música original es de Ale Dolina). Gelsomina, mientras tanto, baila con su lengua de señas, sumando técnicas del circo.

La compañía Artes & Señas nació quince años atrás, como parte de Adas, la Asociación de Artes y Señas, integrada por especialistas y artistas de distintas disciplinas. “La fundamos entendiendo la lengua de señas como un fenómeno de creación, poniendo de relieve la potencia antes que la falta”, describe Bianco, que además de guionista y directora es actriz, y protagoniza el programa del canal Pakapaka Enseñas, que ya lleva cuatro temporadas, como parte del mismo proyecto. Desde su formación de actriz, Bianco viene trabajando desde hace años la relación del teatro con la lengua de señas; sus padres son sordos, de modo que creció bilingüe. Daniela Fortunato, una de las actrices de Gesolmina Blablablá, también se formó en lengua de señas y es profesora de teatro para chicos sordos. Claudia Vargas, la otra protagonista, es una clown que suma su arte a la propuesta.

“Tener una mirada inclusiva no es borrar la diferencia, no es asimilar hacia la cultura mayoritaria lo que es minoritario, sino darle visibilidad, tratando de hacerlo convivir”, concluye Bianco. “Un chico que no oye escucha con sus ojos, con su cuerpo, y tiene la posibilidad de crear una lengua. La obra pone en escena esas diferencias en la convivencia, y en la creación.”

Fuente: Página/12

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