Jorge Marrale y Jorge Suárez: El crédito


Hacer ruido desde el propio sistema

Los actores protagonizan El crédito, en el Teatro El Picadero, bajo la dirección de Daniel Veronese. Una pieza que pone en debate la usura de los bancos y la desesperación de quien necesita un préstamo.

Un no rotundo. Esa es la respuesta que recibe del director del banco un hombre que necesita un crédito con urgencia. Ante la negativa, el rechazado reacciona de una manera drástica. No agacha la cabeza y se vuelve a su casa con más preocupaciones. Sin violencia, da una respuesta inesperada. Y la angustia profunda de necesitar dinero con desesperación y no tenerlo, deviene en una comedia insólita.
Esa es la historia de El Crédito, el nuevo espectáculo que se presenta en el Teatro El Picadero, con dirección de Daniel Veronese y las actuaciones de Jorge Marrale y Jorge Suárez, quienes se ponen en el cuerpo del banquero y el cliente, respectivamente. La obra fue escrita por el español Jordi Galcerán, el mismo creador de El método Gronholm, otra pieza con la que buscó hacer una radiografía de las relaciones laborales. Ahora, se mete con los bancos y el corazón del capitalismo para hablar de la crisis económica española, una recesión que, según Marrale, "los argentinos vemos como desde un espejo retrovisor".
"Yo estoy seguro que va a llegar el fin del neocapitalismo –sostiene Jorge Suárez–. Nosotros no lo vamos a ver. Faltarán 100 años, más o menos, pero se viene. Este sistema se termina".
Eso dice el actor –que hasta hace muy poco se mimetizó con la figura de Homero Manzi y se llevó todos los premios por ese personaje– sentado en el café de El Picadero, junto a su compañero de elenco. Es la primera vez que trabajan juntos, pero el vínculo se parece al de viejos compañeros que hablan el mismo idioma. A pocos metros, Corrientes y Callao desbordan tránsito, bocinazos y negocios de los que entra y sale gente  constantemente. Adentro del teatro, hay una luz tenue, música ambiental y algunas mesas ocupadas con personas que leen y subrayan libros. En ese contexto, los dos artistas hablan del capitalismo y de un sistema que no funciona.

Jorge Marrale: –Pero el sistema está en crisis. No puede ser que un grupo de 50 personas se reparta todo lo que les falta a millones de otros. En el caso de los bancos, se ve con claridad con los créditos, que tienen un carácter brutalmente comercial. ¿En qué momento dejaron de tener un sentido social de ayudar? ¿En qué momento se dejó de tener en cuenta las necesidades de la gente? Hay que ver qué pasa por la cabeza de las personas que son rechazadas cuando piden un crédito.
JS: –Justamente eso es lo que se ve en esta obra. En tono de comedia, estamos desarrollando una situación netamente ácida, que habla del caos y de las cosas que nos angustian. Se plantea una crisis en torno al valor del dinero y la posibilidad de rebelarse al sistema. Y pensar que hay gente que se pone la camiseta de una institución que los maneja y los oprime de la misma manera que al resto de nosotros. La obra nos dice que se pueden hacer otras cosas frente al rechazo, además de aceptar el no. El autor capta perfectamente el espíritu contemporáneo de la época y los problemas de la sociedad actual. Ahora está hablando de lo que pasa en España, pero también está hablando de los argentinos.

–Pero pareciera que nada cambia. Se anuncia el fin del capitalismo, pero nunca llega.
JS: –Pero hubo cambios. La Argentina cambió en los últimos 50 o 60 años. No es el mismo país de mi abuelo. Él trabajaba 18 horas por día y no tenía aguinaldo, vacaciones, ni nada. Ese país no es el que vivimos ahora.
JM: –De a poco las cosas cambian, pero tienen que cambiar más.
JS: –Es un sistema que está muy institucionalizado, muy legalizado. Los créditos parecen ser una usura legal. Tienen muchos amortiguadores, como para que uno no pueda zafar de eso. El mejor ejemplo es lo que pasó en 2001 y, sin embargo, yo no vi ningún banco prohibido. No dijeron: "Este banco se comportó de una manera particularmente agresiva con la gente y no le vamos a permitir que esté acá." La verdad que eso no pasó y estamos un poco en el horno en ese sentido. Hay gente que resiste, que se niega a tener una tarjeta de crédito o débito, que pide que le den su salario en mano y con eso se manejan. Es como volver a una época que es muy difícil. Todo está preparado para que uno caiga en la trampa. Me acuerdo de mi papá, que murió a los 84 años sin haber tenido celular. Él no entendía la necesidad de estar hablando a cada minuto.
–¿Ustedes intentan resistir al neocapitalismo?
JM: –Hay muchas maneras de hacerlo. Desde SAGAI (la asociación de actores, de la cual Jorge Marrale es secretario general), por ejemplo, con todo el trabajo que hacemos para que se respeten los derechos de los actores y se adquieran nuevos. Creo que tenemos que volver a darle valor a otras cosas que pareciera que ya no lo tienen. Por ejemplo, en esta pieza el personaje que pide el crédito y que no cumple con los requisitos para que se lo otorguen, dice que tiene su palabra de honor de que va a pagar. Pero el banquero responde: "La palabra es lo único que no se puede cuantificar." Tratar estos temas en el teatro es una forma de combatir.
J.S: –Lo que sí se puede lograr es el susurro, podemos empezar a verbalizar que realmente nos están estafando y que debemos empezar a hacer medidas. Los gobiernos también deberían empezar a ser un poco más estrictos y no tendrían que permitirles unas tasas de interés que no se pueden creer, que no hay en ningún lugar del mundo. Despacito, hay que iniciar la lucha, por Twitter, por Facebook, por dónde sea. Hay que iniciarla, hablar de esto y una de las mejores maneras de hablar es haciendo una obra que refiera a este tema. Es lo mejor que puedo hacer yo. Mi personaje, por ejemplo, plantea que estamos cerca del fin del capitalismo. Se lo dice al banquero para que entienda que, justamente, esa es una buena oportunidad para que dé créditos. Le dice que dé créditos a todo el mundo: a la familia, a los amigos, a los vecinos, a todos. "Es tu oportunidad para convertirte en un buen tipo, la gente te querría", le aconseja.
JM: –Además, nosotros los actores, cuando hacemos teatro vivimos una experiencia única. Tenemos el vivo del escenario. Y en casos como éste, podemos hablar desde la comedia, de algo realmente ácido. Cuando sucede ese acontecimiento artístico que es la identificación, no hay punto de comparación.
–¿Cómo definirían la identificación?
JM: –Es verse en los ojos de la gente. Que el público mire y escuche a los personajes y diga: "Ahí estoy yo. Eso me puede pasar a mí." Cuando eso pasa, no hay terapia psicoanalítica que le pueda competir al teatro.
JS: –En ese sentido, los actores somos un poco privilegiados. Tenemos la posibilidad de vivir esa experiencia. Pero el disfrute por el trabajo le pasa a cualquiera que vive de lo que le gusta. También vivimos momentos de muchísima angustia. Sobre todo, cuando las cosas no salen como uno quiere y ponemos mucho esfuerzo. El día del estreno es insoportable, uno quisiera borrarlo. Después, hay que dejar que el público hable, que diga que sí o no. Así de simple.

Los dos "Jorges" de esta entrevista beben el último sorbo de sus cafés y se van a pasar la letra de su obra. "Me pregunto cuándo aparecerá", dice Suárez, en referencia a ese momento místico en que el personaje "cobra vida" y se apropia del cuerpo del actor. "Ya apareció", responde Marrale. Los dos dicen que actuar en El Picadero, un teatro que fue incendiado por los militares durante la dictadura y que fue reabierto hace dos  años, le genera cierta magia a su nuevo proyecto, que no pueden ignorar el valor simbólico de lo que están haciendo. Enseguida, se van por la escalera y cierran la puerta. Se fueron los actores, comienza una nueva historia.

Fuente: Tiempo Argentino

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