Manzi, la vida en orsai


Conmovedora

Con un Jorge Suárez que parece haber nacido para interpretar a Homero Manzi, se destacan las actuaciones y la puesta en general.

Luego de ver el espectáculo de teatro musical Manzi, la vida en orsai cabe preguntarse si basta para homenajear a Homero Manzi con sólo una esquina.

Nacido en 1907 en Santiago del Estero, y fallecido de cáncer cuando apenas tenía 43 años, el poeta ha dejado una marca imborrable en la cultura popular que, como casi grita en escena el personaje, “debería ser política de Estado”.

Manzi, la vida en orsai, tiene un texto que, con las plumas de Betty Gambartes, Diego Vila y Bernardo Carey, va desbrozando la historia de Homero Manzi (Jorge Suárez) y su tormentoso, prohibido amor con la cantante Nelly Omar (Julia Calvo), pero también imagina encuentros con otros grandes del tango como Cátulo Castillo o Aníbal Troilo (Néstor Caniglia). Lo hace, adrede, desde el universo emocional e ideológico posible mucho más que desde el rigor biográfico, y con una maleabilidad que permite el cambio de épocas con pequeños detalles.

Está claro que el concepto de esta propuesta sólo es posible porque cuenta con gente brillante en todos los rubros: Betty Gambartes en la dirección; Diego Vila en los arreglos y la dirección musical; Gonzalo Córdova en escenografía e iluminación; Mini Zuccheri en vestuario; y un elenco de tres actores excelentes como Jorge Suárez, Julia Calvo (cantan este repertorio como si siempre se hubiesen dedicado a ello) y Néstor Caniglia.

Todo está puesto en la palabra y la actuación, incluso cuando los actores cantan. No hay artilugios, la ambientación escenográfica es mínima, con una exquisita banda de músicos en vivo.

Un joven Manzi, militante de la FORJA ((Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), da el puntapié inicial al recorrido, ornamentado con los bellísimos arreglos de Diego Vila.

Jorge Suárez canta tangos como un ángel, y le imprime a su Manzi una intensidad digna de las palabras que supo escribir, lleno de matices, de conflictos políticos y existenciales. Suárez parece haber nacido para dar vida al poeta. Una de las muy conmovedoras escenas es junto a Troilo cuando, ya enfermo de cáncer, le pregunta si acaso hizo algo importante en la vida, algo que pueda ser recordado, y juntos analizan esa única, larguísima nota de Troilo sobre el monosílabo Sur.

Los encuentros del poeta con Cátulo, con un dirigente radical y con Aníbal Troilo, todos en manos de un impecable Néstor Caniglia, hilvanan el relato del mundo político y musical del poeta. Julia Calvo compone una Nelly Omar fascinante actoral y vocalmente, y le imprime toques de humor y picaresca a las escenas.

Calvo y Suárez son como hermanos en la vida real, y evidentemente el enorme amor que se tienen juega a favor de la construcción del vínculo de ficción.

Manzi, la vida en orsai es un espectáculo profundamente conmovedor, que arranca elogios susurrados y aplausos de la platea a cada paso. La gente balbucea las letras, termina fraseos que los actores dejan suspendidos, y al final aplaude de pie y ovaciona a los intérpretes.

Hay algo de recuperación de identidad en este rito con Homero. Hay algo de agradecimiento implícito en este encuentro, como cuando alguien muy amado que ha estado inalcanzable llega, por fin, para que nos enredemos en un abrazo. La palabra, el canto, la música, son los grandes maestros en esta ceremonia de la que nadie sale sin sentirse profundamente enamorado.

Fuente: Clarín

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