Guillermo Cacace: A mamá



Guillermo Cacace celebra los diez años de su sala con la obra A mamá

"Mis grotescos son más trágicos porque me duelen; ese dolor es transformador", apunta quien con sus puestas de Mateo y Stéfano logró un amplio reconocimiento

"Traten de trocar la expectativa ansiosa por la esperanza relajada." La frase pertenece al director Guillermo Cacace y suele decírsela a sus alumnos cuando los nota inquietos frente a una realización laboral. Él mismo encontró, siguiendo ese pensamiento, una manera de vivir y crecer, y ha construido una destacada carrera. Por estos días celebra los diez años de su espacio, Apacheta, y lo hace con la reposición de un espectáculo con el que abrió la sala, A mamá.

Se trata de una versión muy personal de Las coéforas , la tragedia de Esquilo que forma parte de La O restíada. Un material clásico que sirvió entonces como gran disparador para construir "un ejercicio de puesta", como a Cacace le gusta llamar a sus montajes. Los intérpretes (Aldo Alesandrini, Paula Fernández, Clarisa Korovsky, Iride Mockert, Gabriel Urbani) se dispusieron a improvisar a partir de la historia original y luego se concibió la dramaturgia que se presentó en escena.

"Ahora, mientras lo estaba montando -cuenta el director pensaba en que todo lo que nos había pasado en estos diez años hacía que los cuerpos de los actores, el mío, tuvieran otra relación con el material. Y eso, indudablemente, también le da la posibilidad a uno de revisarse en su propia producción. Después de la puesta que hice en el Cervantes de Mateo , tenía ganas de no subirme a ningún barco porque necesitaba ver qué me pasaba a mi creativamente, qué necesitaba montar."

Desde entonces hasta ahora transcurrió un año. ¿Es mucho tiempo en el desarrollo de un creador?

-Todo este año ha estado muy bueno porque me ha permitido hacer un balance. ¿Qué aspectos me llevaban hace diez años a desarrollar unos procedimientos algo salvajes?, ¿esos aspectos siguen apareciendo con la misma intensidad?, ¿qué se domesticó?, ¿está bien que haya tomado otros procedimientos? Montar este espectáculo es una excusa para muchas cosas. Me encanta el material, es un procedimiento que tiene que ver con las improvisaciones. Siempre los clásicos para mí dan vuelta por ahí. Pero después me había dedicado a respetar algunos textos. En este trabajo, además, asoma un germen que después desarrollé en otros: lo grotesco. Primero, en Stéfano , de Discépolo, un espectáculo que trascendió mucho y que estrenamos en Apacheta [le valió ganar los premios María Guerrero, Florencio Sánchez y Trinidad Guevara en el rubro mejor director], y luego en Mateo .

-Ya que estamos en tiempo de balance, ¿qué significó montar a Discépolo en tu producción?

-Llegó el momento de hablar de la propia casa. Esos ejercicios me encuentran cerrando mis treinta años y comenzando los cuarenta. Un momento bisagra en el que sentí: "Llegó el momento de decir, hablemos de casa". Es tiempo de mostrar que hay algo que vibra acá, mucho más cerca. Montar un grotesco es un ejercicio casi de riesgo, meterte en zonas muy dolorosas y con un procedimiento que convoca la mueca entre lo cómico y lo trágico. Soy consciente de que mis grotescos son más trágicos porque me duelen. Me parece que ese dolor es transformador.

El creador hace mucho hincapié en su labor de investigación y, en ese aspecto, el actor parece su centro de estudio por excelencia. "Mi laburo está muy depositado en las operaciones que hace el actor en el escenario - explica. Ahí está mi investigación. Son ejercicios que van armando como capítulos, y uno va creciendo a medida que eso se desarrolla. Muchas veces la vida te agarra distraído en cosas que montás o te involucrás en cuestiones que se alejan de ese ejercicio y, en algún momento, te preguntas: ¿qué estoy haciendo? No hay modo de dejar de hacer teatro para mí y ahí tengo la tranquilidad de prescindir de algunas cosas que parecieran que marcan la condición de hacer. Si no me llaman de un lugar oficial, sigo haciendo teatro; si no pudiera sostener mi espacio independiente, seguiría haciendo teatro. Eso tiene que ver con el camino, con un deseo al que le ponés el cuerpo.".

A mamá
de Guillermo Cacace
Teatro Apacheta, Pasco 623 (4941-5669).
Funciones, los viernes, a las 23

Fuente: La Nación

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