Amadeus y Alberto Negrín


Cuando la escenografía es la protagonista

Estreno de Amadeus . Mucha actividad social en el hall del nuevo Metropolitan Citi, donde parte de la colonia artística asistente se saluda y se cuenta en qué anda. Cámaras de televisión, fotógrafos, muchas notas. Pero quienes van entrando a la sala, uno a uno, hacen el mismo gesto de exclamación y sorpresa. El motivo: la imponente escenografía que Alberto Negrín diseñó para la obra de Peter Shaffer, dirigida por Javier Daulte.

Semejante a esos fastuosos y abstractos decorados de las grandes producciones de ópera moderna, el decorado que surgió de la imaginativa mente creativa de Negrín es la imagen misma de la música, sin caer en la obviedad o en símbolos elementales como podría ser representar pentagramas o claves de sol. Los personajes parecen moverse en el interior o por arriba de un piano, circundan y habitan esa música.

Con una sensación de sinfín, llena de pasarelas y toboganes, esta escenografía gigante en madera ocupa casi toda la superficie del espacio escénico. Es tan imponente, tan bella, tan perfecta que obliga al espectador a reparar en ella una y otra vez. Es casi la protagonista del espectáculo. Tanto que durante estos primeros días en que la obra está en cartel, el mundillo artístico no para de hablar en forma permanente de "la escenografía de Negrín".

Es una obra maestra más de este escenógrafo y arquitecto que construye dramaturgia a través de sus diseños.

Fuente: La Nación

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