Gasalla Nacional


Antonio Gasalla, el hombre con la clave para hacer reír

Antonio Gasalla presentó "Gasalla Nacional" en evidente juego de palabras con el escenario en que actúa -El Nacional- y dio cátedra de cómo un actor puede seducir al público y llevarlo al máximo de la hilaridad.

Luego de las exitosas temporadas de "Más respeto que soy tu madre" -cuatro desde 2009- en Buenos Aires, Mar del Plata y Montevideo, el gran bufo armó casi un espectáculo de urgencia con algunos de sus personajes y salió innegablemente airoso.

Pese a la efervescencia de la noche de estreno, la función no se demoró en demasía -es habitual que ciertas "celebridades" se estanquen en el foyer frente a cualquier cámara- y Gasalla aprovechó para "salir" del personaje de "Más respeto..." y ser él mismo para saludar a la platea.

Así, a cara limpia, bajó del escenario y saludó a intérpretes, cantantes, periodistas, productores y mediáticos, cada uno con la idea del cuarto de hora de fama a través del beso y el abrazo, privilegio que Gasalla extendió a espectadores menos notorios aunque iguales de entusiastas.

Lo que se vio después tuvo poco de novedoso -Soledad Solari, la psicóloga, la empleada pública, la vieja- y forma parte del show que el artista viene montando aún desde antes de hacerse famoso en TV, aunque tanto Gasalla como su público saben disfrutar de una comunión innegable.

Desde hace años que se conocen las cuitas de Soledad, sus miedos, su indecisión de base, sus necesidades fisiológicas al borde del aguante, pero la autenticidad de la criatura hace que no pierda vigencia y que la carcajada brote sin tapujos.

Lo mismo sucede con el personaje de la psicóloga, menos transitado pero con innegables ganchos hacia un público seguramente psicoanalizado -y con la muy efectiva participación de Laura Sánchez-, con la insoportable y vociferante burócrata -ayudado por Sebastián Borrás y la misma Sánchez- y con esa anciana que parece inagotable y cierra el espectáculo.

En medio, el actor dialoga con el público y mecha pequeños cuentos picarescos mientras se cambia de ropa y de peluca -único momento en el que exige a los técnicos oscuridad total- en un clima donde la diversión se parece mucho a la dicha.

Con mínimos recursos escenográficos y ningún acompañamiento musical, Gasalla goza de una autonomía que no le permite el teatro de texto, aprieta el acelerador del absurdo y enfatiza lo escatológico porque sabe que es de los pocos artistas -¿Diego Capusotto será el otro?- que están más allá del bien y del mal y cuyo arte los redime de la agresión.

El carácter unipersonal del espectáculo y el conocimiento profundo de cada personaje hace que el cómico lo maneje a su antojo, que lo suyo sea un morcilleo constante lleno de apartes, en un alarde de repentismo y oportunidad que pocos pueden practicar.

La sensación final es de un show demasiado corto, con la ausencia de personajes esperables -la maestra Noelia, la maldita en silla de ruedas, la ricachona de las cirugías estéticas, por ejemplo-, pero esa sensación se debe, seguramente, a que uno siempre quiere prolongar aquello que lo hizo sentir bien.

"Gasalla Nacional" se puede ver en el teatro El Nacional, Corrientes 968, jueves, viernes y domingos a las 20, y sábados a las 20.30 y a las 23.

Fuente: Télam

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