María Elena Walsh en casa de Doña Disparate y ¿Qué hago?


A vivir el mundo de María Elena

Reciben los estrafalarios sombreros, trepados a una de las magnolias en la entrada a Villa Ocampo. En la sala de estar, sillones y mesa de té cuelgan invertidos bajo el cielo raso de luminoso vitral. También los solemnes cuadros de los ancestros han quedado cabeza abajo. Es el Mundo del Revés, que ha tomado por asalto la residencia de Victoria Ocampo. Sobre el prolijo pasto vuela el pez. El mono en kimono reposa en el lecho del dormitorio, la luna de Siu Kiu utiliza el baño para asearse y la vaca de Humahuaca lee en la biblioteca un ejemplar de la revista Sur. Junto a la entrada de la cocina monta guardia la Reina Batata. Y la mesa está servida... con vasos que recuerdan los años y platos que citan los hechos de la vida de María Elena Walsh.

María Elena y Victoria mantuvieron a lo largo de los años un intercambio de cartas y visitas, sobre el que dan testimonio las esquelas en papel azul en las vitrinas y las fotos en las paredes. Victoria expresa en sus cartas una y otra vez su "emoción poética" al escuchar las canciones de María Elena, hasta el punto de identificarse con Doña Disparate. Ahora, toda su mansión se transformó en función de la poetisa, en la muestra María Elena Walsh en la casa de Doña Disparate, diseñada por Sara Facio y Ernesto Montequin, con las valiosas intervenciones artísticas de Laura Onetto, Tomás Otero y Eugenio Ottolenghi.

Las poesías y canciones de María Elena se colocan de este modo en un contexto personal de la autora. Tanto chicos como adultos pueden darles nuevas lecturas a las estrofas que forman parte ya de la memoria colectiva. Como al mirar los jardines de la Villa Ocampo a través de una cortina de moños de gasa lila, que remiten a la "Canción del Jacarandá". O encontrar más allá de ellos el vuelo del Doctorrrr en su cuatrimotorrrr, persiguiendo al "Brujito de Gulubú" al borde de las barrancas de San Isidro.

La vertiente lúdica cruza obra y biografías. Los célebres anteojos blancos de Victoria se convierten en guirnalda sobre una ventana, junto a otra en que asoma el Gato que Pes(ca). En una imagen se ve la mirada juvenil de María Elena fijada sobre el rostro del poeta español Juan Ramón Jiménez, quien fue uno de los primeros en apreciar su talento. Entre las cartas y objetos personales se deslizan con su lentitud intrínseca las mil y una tortugas de los colores y estilos más diversos que le llegaban a la autora de Manuelita como regalo desde todo el mundo.

Por allí se cuela también la premonitoria letra de la abuela inglesa de María Elena: "Su única vocación es la inquietud, el movimiento al que sólo reemplazan los libros." Vale la pena leer fragmentos de lo que está expuesto, incluidos artículos de María Elena publicados en la revista Sur, que dirigía Victoria. Para quien no le alcanza el tiempo en una recorrida, fue editado por Alfaguara a modo de catálogo de la muestra el epistolario entre las dos escritoras. Villa Ocampo, convertida en Villa Disparate, luce este fin de semana largo a las mil maravillas.

María Elena Walsh en casa de Doña Disparate
En Villa Ocampo,
Elortondo 1811, Beccar, viernes a lunes, 12.30 a 18. $ 25, menores $ 15, menores de 3 años gratis.



Unipersonal para no aburrirse

Disponer de su tiempo libre no es algo sencillo para el estresado oficinista. Pero poco a poco el personaje irá aprendiendo a disfrutar de pequeñas cosas en ¿Qué hago?, el unipersonal de Javier Zaín. En e C.C. de la Cooperación, Corrientes 1543. Sábado, a las 16.30. Entrada libre.

Rock en bicicleta, de Tutú Marambá

Tutú Marambá presenta su tercer CD, La bicicleta mágica, en un recital que invita a bailar. En The Cavern Club, Paseo La Plaza, Corrientes 1660. Domingo, a las 17. $ 40.

Fuente: La Nación

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