Julia Varley: La alfombra voladora y Ave María


"Siempre es lindo estar en un país donde todavía el teatro tenga sentido"

Se encuentra Argentina la maestra del Odin Teatret, la organización danesa que nació en 1964 y que vio surgir, de la mano del dramaturgo y director italiano Eugenio Barba, la corriente que se conoce como antropología teatral.

Habla pausado, reflexiona antes de responder, y no es porque su manejo del castellano –que es excelente– le impida la posibilidad de expresar lo que desea. Es, simplemente, porque como dijo una aguda periodista de teatro, los grandes artistas como Julia Varley tienen, en apariencia, una personalidad simple, pero con un gran recorrido espiritual.
Lo que trajo a Varley a la Argentina, esta vez, es la presentación de dos de sus espectáculos, La alfombra voladora y Ave María –que hará aquí por primera vez en español, y ya estrenó en inglés e italiano–, hoy y mañana, a las 21, en el Teatro Empire.
Pero, además de su rol como intérprete, Varley es una de las más destacadas maestras de su especialidad en el mundo, y como tal, voló a Mendoza para dictar un seminario de cuatro días con 25 participantes de diferentes partes del país.

–¿Qué expectativas tenía en esta vuelta a la Argentina?
–Creo que vine diez o 15 veces, así que es reencontrarme con muchos amigos, grupos de teatro a los que conozco bien, como La Rueda de los Deseos en Mendoza y El Baldío en Buenos Aires, quienes organizan esta vez mi venida. Pero hay muchísimos otros grupos y personas de teatro que conozco, y lo único que lamento es el poco tiempo a disposición que tengo acá. Estoy corriendo de un lado a otro sin la posibilidad de encontrarme o verme con nadie más allá del trabajo.
–¿Y vio o verá teatro local?
–En Mendoza vi los espectáculos de La Rueda, pero en Buenos Aires no puedo ver nada.

Durante el seminario en tierras cuyanas trabajó "sobre la dramaturgia del actor; es decir, cómo uno puede crear, organizar y montar material en relación a un tema, e interacciones con otros actores con objetos y vestuario. Hacer la primera parte de un espectáculo antes de que intervenga un director", cuenta. Los participantes fueron seleccionados a través de La Rueda, que decidió hacerlo "de manera de tener algunas personas con mucha experiencia y otros jóvenes estudiantes que recién comienzan. Esa variedad de edades, experiencias y lugares de donde vienen enriqueció mucho el trabajo", asegura.
–¿Las inquietudes son similares a las de quienes entrena en otras partes del mundo?
–Una discusión que tuvimos durante la presentación del seminario y me resultó llamativa e interesante es que muchos me decían que trabajan con muchos grupos, y para mí esto es imposible: cuando uno trabaja con un grupo, no tiene posibilidad, tiempo ni energía para trabajar con otro, y entonces es como si la concepción de grupo ha cambiado.  El Odin Teatret, que existe desde 1964, tiene otro concepto y manera de ser que los grupos de la gente joven. Ahora, te diría, se trabaja más sobre proyectos, se juntan para hacer algo en particular y después pueden desintegrarse como grupo, o no. Hacen otro, pueden volverse a reencontrar.
–¿Y esa inmediatez la identifica con algo propio de este siglo veloz o tiene que ver con el concepto cultural de grupos como Odin?
–En el Odin, los actores también se preocupan de todas las cuestiones organizativas, porque ganarse la vida no es fácil, pero lo que sí ha cambiado es la concepción del tiempo. Cuando el Odin empezó, teníamos una riqueza de tiempo a nuestra disposición. Hoy se vive todo de forma tan veloz que parece que los jóvenes no tuvieran la paciencia, por un lado, y por otro, la necesidad de resultados muy muy pronto, como de no dejar madurar las cosas.

La experiencia que lleva a cuestas la maestra del Odin Teatret parece no cegar su enorme sensibilidad para percibir el movimiento y la vida cultural en la que, asegura, nuestro país está inmerso. "Siempre es lindo estar en un país donde todavía el teatro tenga sentido, y haya mucha gente que quiera vivirlo: no sólo hacerlo, porque en todo el mundo hay muchas personas que se dedican a la creación de la actividad teatral, sino también disfrutarlo como espectadores, que haya ganas de ver y de compartir con otros. Y en Argentina hay una vida teatral muy activa, muchos espectáculos, muchísimas salas. En Córdoba, una vez, hicimos un encuentro de grupos y aparecieron 40, una cosa impresionante, en un lugar donde vive relativamente poca gente", se entusiasma.
El broche de oro será, sin dudas, verla sobre el escenario, y disfrutar de esa corriente de trabajo con el cuerpo, las palabras, el decir y el no decir del que el teatro antropológico viene haciendo gala hace casi medio siglo por todo el mundo. Y tener la oportunidad de ver a Julia Varley en escena es, sin duda, uno de esos raros privilegios a los que la escena teatral de Buenos Aires nos tiene afortunadamente acostumbrados. 

Aquí y ahora

Una corriente nueva. Según una definición que el propio Barba no desmintió, la antropología teatral es un estudio sobre el trabajo del actor con la finalidad de servirlo, ya sea que forme parte de una cultura teatral regida por normas o sin ellas.
En Argentina, los postulados teatrales de Barba fueron adquiridos y enseñados por, entre otros, Angelelli y Brie, además de grupos de trabajo como el colectivo El Baldío.
En esta ocasión, Varley recrea su clásico La alfombra voladora, pero además estrena en castellano la obra que dedicó a su gran amiga, la actriz chilena María Cánepa, Ave María. Allí toma textos de los poetas Gonzalo Rojas y Pablo Neruda y los recrea en un juego en el que la Muerte se siente sola.

Fuente: Tiempo Argentino

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