Mi única fe


Una inmigrante, todos ellos

Mi única fe es una obra documental. Trata sobre una inmigrante turca que eligió vivir un tiempo en Buenos Aires. Está a cargo del documentalista (y director, y actor, y dramaturgo) mexicano Adrián Pascoe y cuenta con la actuación de otro mexicano y un colombiano. La presencia de tantos extranjeros en la génesis de la propuesta convierte la experiencia en una suma de relatos íntimos sobre la vida de los extranjeros en esta ciudad, sobre las diferencias culturales, sobre la aceptación de lo diferente y sobre las distancias.

La inmigrante turca no está en escena. De Hatica, la mujer evocada que en algún momento decidió volver a Estambul, a lo sumo se ven algunas fotos. Los registros visuales y la vivencia personal del encuentro entre el director del trabajo y la estudiante turca sirven para imaginar sus pasos. De ella también se escucha su voz (aunque, a decir verdad, y sin importar demasiado, ni sabemos si realmente es su voz).

Hatica no tiene una vida de película. Esa supuesta falta de espectacularidad le permite a Adrián Pascoe desplegar un relato que va desde los simples pasos de lo cotidiano a trazar puentes históricos y políticos entre la realidad turca y la argentina. Sea en un registro o en otro, desprende un especial afecto y cuidado por lo observado.

A veces el hilo narrativo de Mi única fe se dispersa, se deja llevar por situaciones colaterales que quizá no hagan al nervio central de esta especie de biodrama sobre el mundo Hatica. También es cierto que en este personal montaje Mario Henao y Javier Aparicio no llegan a demostrar un amplio dominio teatral. Sin embargo, y el dato no es nada menor, tienen una enorme frescura y se prestan al juego con total placer y libertad interna. Ese registro es similar a la factura artesanal que despliega Pascoe como artífice de imágenes que va proyectando sobre la pared central de una salita teatral que, con el paso de los minutos, se transforma casi en un laboratorio de sensaciones, imágenes y sonidos sobre vidas que decidieron transitar otros territorios.

Entre esos distintos niveles de registro toma vida la misma vida de Hatica. De paso, los tres intérpretes/laboratoristas despliegan un inquietante universo casi subterráneo sobre las miradas y las extranjerías.

Fuente: La Nación

Sala: El Excéntrico de la 18° (sábados, a las 20). 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada