Íntimo Teatro Itinerante


Mirada, inquietante recorrido por el universo iberoamericano

Asistieron varios montajes de México, país invitado, y un espectáculo local del director Fernando Rubio

SANTOS, Brasil.- Organizado por el Servicio Social de Comercio (un emprendimiento que, desde la década del 50, contiene a través de diversas actividades a todos los trabajadores de Brasil), se llevó a cabo en esta ciudad portuaria, la segunda edición del Festival Iberoamericano de Artes Escénicas, Mirada. En 2010, la muestra tuvo como país invitado a la Argentina. En esta ocasión, el territorio destacado es México. Así, la delegación de este último país estuvo conformada por siete producciones que expusieron un eje común: divulgar aspectos muy crudos de la realidad social del país. En verdad, ésta es la apuesta que guía el carácter curatorial del encuentro.

Durante el día, la ciudad de Santos tiene un ritmo normal y durante la noche, el teatro que propone el festival parece inquietarla. Un grupo grande de adultos y jóvenes concurre a las diferentes funciones. Al finalizar cada representación aplauden, de pie, con un fervor inusitado. Los actores se sorprenden ante tal manifestación de afecto.

Dos trabajos mexicanos, por estos días, han dado cuenta de una historia actual por demás llamativa. Uno de ellos fue Amarillo (ya comentado) y el otro Los asesinos , de David Olguín, interpretado por El Milagro Teatro y Carretera 45 Teatro. En él se presenta con crudeza a un grupo de personas cuya estrategia es ligarse con organizaciones que promueven la violencia, en la seguridad de que de así podrán llevar una vida mejor. Pero el crimen, la pobreza y la desilusión se tornan moneda corriente a la hora de lo cotidiano. Si a eso sumamos el lamento por los que caen injustamente y el riesgo de una muerte segura, la vida se convierte en un caldo de cultivo que sólo manejarán algunos poderosos.

De la Argentina llegó Íntimo Teatro Itinerante, el grupo que dirige Fernando Rubio, con su performance Pueden dejar lo que quieran . En un pequeño espacio (10 por 10 metros), plagado de ropa, en el que un hombre intenta reconstruir a través de telas de diferentes texturas la historia de su familia muerta en un accidente, se respiró un clima de mucho agobio, y eso despertó una profunda conmoción.

La representación como forma de exorcizar algunas cuestiones del pasado tomó cuerpo en Chaika , del grupo Complot (Uruguay), dirigido por Mariana Percovich. Una potente relectura de La gaviota , de Chéjov, mostró a un grupo de actores exiliados durante la dictadura recuperando su espacio de trabajo, una antigua sala casi en ruinas, mientras una nueva generación trata de imponer sus discursos. El Hamlet de los Andes , del grupo Teatro de los Andes (Bolivia), dirigido por Diego Aramburu, presentó una muy singular versión de la pieza de Shakespeare en la que, la realidad boliviana y la de la compañía se mezclan en ese derrotero por montar la historia de un hombre que busca develar la hipocresía de un poder que no se modifica al cabo de los siglos. Hamlet aparece detenido en el tiempo y ya no está seguro de poder moverse para llegar a la verdad.

De Colombia, la compañía La Maldita Vanidad presentó una trilogía de espectáculos ("sobre algunos asuntos familiares") muy apoyados en la dramaturgia de actor. El más interesante, Cómo querer que te quiera . Mientras la familia ensaya la fiesta que ofrecerá a su hija para sus 15 años, se van percibiendo los lazos que los padres tienen con el narcotráfico.

En El olivo , que presentó el grupo El Niño Proletario (Chile), asomó una metáfora de país que pareciera aislar a hombres y mujeres en un territorio dominado por la desesperanza. Su cotidianeidad transcurre en un bar; allí beben, se aman, se desprecian, sin más aspiraciones de que alguien venga a salvarlos.

Unos repasos por la historia para reconocer mejor este presente asomaron en las propuestas del grupo Hara Teatro (Paraguay) y Yuyachkani (Perú). El primero mostró la dolorosa sobrevivencia de una mujer en tiempos de la guerra de la Triple Alianza; el segundo, a modo de una visita a un museo, expuso un friso histórico entre 1879 y 2000.

Brasil mostró un amplio espectro de su producción. Desde Antunes Filho, con su experiencia Lamartine Babo hasta nuevos trabajos de creadores destacados como el grupo Galpao (exquisita su reposición de Romeo y Julieta para la calle), la Companhia Brasileira de Teatro o el grupo Piollin. Padres e hijos , de Mundana Companhia de Teatro, es un trabajo a punto de estrenar en San Pablo. Basado en la novela de Ivan Turgueniev, aportó una interesante reflexión sobre el enfrentamiento entre generaciones formadas bajo diferentes parámetros.

En el cierre, la reconocida compañía española Els Joglar recuperó una pieza estrenada a comienzos de la década del 90, El Nacional . Si entonces asomaba como un fuerte cuestionamiento a las políticas culturales españolas, hoy ese discurso se sobredimensiona para hablar de la crisis social y política que afecta actualmente a ese país.

El Festival Mirada obligó a los espectadores a hacer foco en realidades muy desventuradas, por cierto, pero que coexisten en un espacio común: el iberoamericano.

Fuente: La Nación

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