En tren de soñar



En tránsito del amor al deseo

La pieza de Eduardo Rovner centraliza su historia en los derechos de propiedad de los soñadores y sus creaciones oníricas.

Los sueños, su origen y destino, conforman un enigma que desveló tanto al psicoanálisis, como a la filosofía, pasando por el arte. La historia si bien se nutre de estas asignaturas, no se aparta del hecho teatral, ni cae en dogmatismos.

La narración propone un itinerario simple -pero emotivo- por el territorio de las misteriosas posibilidades que esconde ese universo onírico, que acompaña al hombre desde su nacimiento.

Eduardo Rovner, premiado autor de más de treinta y cinco obras, creó un texto amable, generoso en despertar preguntas en el público y sin perder la línea dramática construida para tres personajes que deambulan por el escenario, sin nociones de tiempo y espacio definidas, como sucede en los sueños.

LA TROMPETA

La canción ‘La vida en rosa’, ejecutada en trompeta por el actor Luis Gasloli se escucha a lo largo de la historia, intentando subrayar un clima de ternura casi decadente, que acompaña a los personajes.

La dirección de Corina Fiorillo construye un entramado preciso para que los actores se desplacen con convicción, dentro de un relato que se extiende a lo largo de ochenta minutos.

Los diálogos, entre figuras emblemáticas del imaginario colectivo, como el músico que intenta tener cierta semejanza con Louis Armstrong (Alejo Mango) y el personaje de Casanova (Luis Gasloli), transitan entre la
risa y el llanto, lejos del aburrimiento y gracias a la expresividad corporal de ambos actores.

LA MUJER

El personaje de la mujer, ansiado y temido, encuentra en Celeste Gerez, una intérprete sutil, la que con su actuación incorpora a la historia, rituales y gestos propios del clown, capaces de imprimir una visual casi
circense a ciertas escenas.

La música de Rony Keselman resulta determinante para la dinámica de esta pieza, en la que cada personaje parece moverse al son de una melodía que los transforma en una suerte de marionetas alucinadas que se niegan a someterse a los dictados de la vigilia.

El diseño de escenografía realizado por Julieta Risso privilegia la presencia de objetos simples como valijas, o pañuelos sobre el escenario, tal vez para marcar lo despojado y profundo de los anhelos humanos.

Las ensoñaciones del deseo, cuya melodía persiguen estos tres seres intentarán ubicar el amor más allá de las tiranas coordenadas del espacio y del tiempo, una pesquisa casi constitutiva del quehacer onírico.

Fuente: La Prensa

Sha (Sarmiento 2255), los domingos, a las 19.

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