Tricíclico





Tricíclico

La dupla que forman Pedro Velázquez y Carlos Pérez Banega ya es una de las sociedades artísticas del teatro independiente musical más instaladas en el público amante del género. Son los creadores de ese maremoto de gente y talento que fue La carnicería. Pero a poco de estrenar ese éxito del off, con más de 50 personas en escena, decidieron sumergirse en otra propuesta más intimista, pero no menos efectiva.

Tricíclico cuenta la relación amorosa entre dos hombres y una mujer: Ringo, El Tano y Brenda. Ellos descubren que el amor se puede compartir entre tres y viven esa relación desde la pureza, el entendimiento y la comprensión. Las ciencias matemáticas indican que los números pares son perfectos, pero los impares no. Estos tres jóvenes con ideales todavía puros demostrarán que la regla puede quebrarse. Y seguros de ese sentimiento, se plantarán ante él no como una obsesión sino como una causa que implica también vencer y desafiar lo establecido.

Pedro Velázquez sabe cómo utilizar las palabras, sin ser pretencioso ni poner nada que sobre. A su vez, nutre a sus textos de cierto vuelo poético que los vuelve más bellos. Tal vez lo idealista de la dialéctica de Tricíclico la vuelva por momentos inocente. Pero bueno, se habla de personajes que rondan los veintipico y eso no está fuera de lugar.

Carlos Pérez Banega se consolida aquí como uno de los mejores compositores jóvenes del teatro musical. Un tipo que no se preocupa tanto por dejar una melodía pegadiza (algo que no está mal, por cierto), sino de hacer honor a los versos y poner los colores justos donde corresponde en este lienzo muy bien imaginado por Velázquez. A su vez, sus arreglos vocales son tan creativos como acertados y permite el lucimiento de cada uno de los intérpretes. Los mismos Velázquez y Pérez Banega están sobre el escenario, junto a la talentosa Johanna Sciar: un perfecto triángulo actoral.

Fuente: La Nación

Funciones: viernes, a la medianoche / Sala: La galera, Humboldt 1591.

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