Shopping and fucking



Toda soledad es violencia

Con “Shopping and fucking” se introduce en la Argentina a Mark Ravenhill, un autor que conmociona al teatro británico desde los 90.

Ya cuando conocimos a Sarah Kane supimos del movimiento de nuevos dramaturgos ingleses de los 90: In yer face (“En tu cara”), una expresión que no casualmente el crítico británico Aleks Sierz tomó del mundo deportivo: estos autores buscaban provocar la conmoción, emoción real y participativa de un partido de fútbol. Mark Ravenhill  (1966) es otro de los integrantes de dicho movimiento. Y no casualmente es Mariano Stolkiner quien acaba de montar su obra Shopping and fucking (“Comprando y cogiendo”); fue este director quien introdujo a Kane en nuestro país, montando Cleansed (y posteriormente El amor de Fedra). Stolkiner vivió en Londres entre el 96 y el 98, en pleno impacto generado por estos y otros autores como Patrick Marber, a quien conocemos por Closer, estrenada aquí en el circuito comercial y llevada al cine. Es decir que tuvo temprano acceso a esos textos y a la vivencia directa de la profunda crisis que In yer face ponía en escena.

Sin embargo, sin haber estado en Londres, podemos comprender perfectamente las tipologías y situaciones que encara Ravenhill, ya que cualquier país arrasado por la etapa salvaje del capitalismo desarrolló los mismos personajes: jóvenes-mercancía, desempleados o empleados en ventas televisivas, en casas de comida rápida o call-centers eróticos, dealers y lúmpenes, adictos ya no al piercing sino a dañarse el cuerpo y mostrarlo en la Web, adictos al éxtasis, iupis que toman la política como un puesto de poder y no como militancia, transacciones en lugar de relaciones, control (o descontrol) en lugar de familia, y un abanico de superficialidades new-age.

Lo que destaca en Ravenhill, como también en Kane, es la violencia y el total descreimiento, ni las sexualidades diferentes ni los países socialistas se salvan de caer bajo sus plumas lapidarias, como no se salvaron de ser mercantilizados. El fin de la historia y de la política no era para ellos el comienzo de otra forma sino del vacío total. El hombre se había mostrado incapaz de generosidad aún cambiando de forma de pareja, de gobierno, de familia, de roles sexuales. Y no sólo porque la única ley sea el mercado, no sólo porque transitaron la crisis pos Thatcher, en una Europa con guerras cruentas como la de Sarajevo; así como Sarah Kane fue más allá en un sentido poético, Ravenhill en un sentido filosófico: testimoniando sobre lo que el filósofo Jean Baudrillard llamó la cultura del simulacro. Si la idea misma de humanidad se acabó ya no existe tragedia (Fausto ha muerto) y hasta “la realidad ha muerto”.

Ravenhill, como Kane, retomó la tradición shakespeariana de un teatro sin unidad de tiempo y lugar y de violencia explícita. Pero además, la manera en que en su momento se estrenaron en Londres sus obras, poniendo exageradamente en escena la sangre y el sexo, tanto buscaban provocar como mostrar que lo real es el simulacro. La física cuántica, la sociobiología, la genética, la filosofía pos humanista han contribuido a la idea de que el humanismo moderno ha muerto. Pero también, sintetizando a Baudrillard, la hipervirtualidad ha generado una hiperrealidad que desplazó a su referente; ni siquiera la muerte es real o por el contrario se la busca porque quizá sea lo único real.

Todo esto encontramos en Shopping and fucking y otros textos del autor (edición de sus primeras obras en Colihue, traducciones de Gastón Sironi). Y extrañamente para una obra de los 90, no celebra la ambigüedad rizomática, añora el mundo de claros antagonistas y agonistas, amores y desamores. Ravenhill ha continuado produciendo y escribe también sobre teatro en el diario The Guardian, como hizo Harold Pinter.
Esta, su primer obra larga, que estrenó en 1996, fue montada después en varios países y varios idiomas. Aunque estemos ya en 2012 y en Argentina, su mundo nos resultará reconocible y vigente. El lenguaje fue adaptado a nuestro contexto (Rafael Spregelburd, quien había traducido el texto, colaboró en ello), y Stolkiner no hace tan explícita la violencia, con acierto, porque nuestra relación con la violencia ya es de excesos; tampoco la oculta y de todos modos está más en las situaciones que en las acciones. “Asumir nuestra soledad pueder resultar violento. Es violento observar pasivamente las consecuencias de la marginación y la explotación –dice el director–. Es un material auténtico, visceral, feroz y a la vez encantador porque refleja cómo nuestra esencia y nuestros vínculos quedan atrapados en la lógica mercantilista. Pero la real violencia de esta obra es que rompe la lógica capitalista de pagar una entrada para que el teatro nos dé placer, aquí nos enfrentamos con lo que menos queremos ver de nosotros mismos.”

FICHA
“Shopping and fucking”, de Mark Ravenhill, por Mariano Stolkiner 

Lugar: El extranjero (Valentín Gómez 3378).
Dia y horario: viernes a las 21.
Localidades: $60.

Fuente: Revista Ñ

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