Florencia Suárez Bignoli: La razón blindada



Deseo de libertad

La directora de La razón blindada, de Arístides Vargas, habla de esta obra de teatro sobre presos políticos de la última dictadura militar.

Están presos y el encierro en una cárcel de alta seguridad no les coarta la imaginación. Todos los domingos al atardecer se reúnen  para contarse la historia de Don Quijote y Sancho Panza. Esa es parte de la historia de La razón blindada, una obra de Arístides Vargas que se presenta en Andamio 90, dirigida por Florencia Suárez Bignoli.
“La obra cuenta la historia de Chicho Vargas y la de sus compañeros, presos políticos de la última dictadura militar”, comienza Suárez Bignoli. “El origen de la obra parte del deseo de Arístides de escribir acerca de su padre. Para empezar a hablar de él, decide tomar la época en que su padre visitaba a su hermano en la cárcel de Rawson. Ellos eran de Mendoza y no contaban con recursos monetarios para las continuas visitas, por lo que el padre la mayoría de las veces emprendía los viajes a dedo.”
Antes de escribir, el autor y su hermano deciden viajar desde Mendoza a Rawson, respetando el mismo recorrido que su padre siguió hacia la cárcel. Andando por las mismas paradas, los mismos bares, albergues y rutas para entrevistarse con mucha gente que decía recordar a su padre, un hombre que no comprendía la razón de la pérdida de sus dos hijos, uno preso en una cárcel de máxima seguridad y el otro exiliado.

–¿Arístides cambia el eje de su historia en el camino?
–Sí. Al llegar a las inmediaciones de la prisión y al conocer a los compañeros de su hermano comienza a cambiar el eje de la historia. El padre pasa a un segundo plano. Había otras historias que dar a conocer. Varias historias que emergían, que necesitaban salir a la luz.
–En una situación de opresión, ¿la literatura puede aparecer como una fuga?
–Absolutamente. La posibilidad de imaginar y crear nos ubica en un lugar al que la realidad más extrema no puede llegar. Un lugar donde el dolor más brutal es mitigado por el acto de imaginar otra realidad. Es por esto que los protagonistas de la verdadera historia –los presos políticos– tomaban la decisión de hacer teatro para sobrevivir a las agresiones de sus realidades. El encierro, la privación de la libertad y el constante acoso a la razón, que sufrieron, fue lo que los impulsó a intentar fugarse a través de sus fantasías.
–¿Qué sumó a tu trabajo saber que está basado en un hecho real que afectó al autor y a su familia?
–El saber le dio sentido. Probablemente, de no haber sido una historia real no hubiera elegido hacerla. Ya no concibo hacer teatro sin una conexión emocional con el material, creo que no tiene sentido hacer algo fuera de ese contexto. Como dice De La Mancha, en el final de la obra: "La ficción no nace en la ficción.” Por este motivo, la pieza se convirtió en una necesidad para mí. En el deseo muy concreto de que esta historia se conozca y mediante ella su maravilloso autor. Quien tuvo que abandonar su país, para no correr la misma suerte que su hermano. Y su historia de vida es lo que lo hace ser el poeta que es.
–¿Cómo se conjugan en la obra El Quijote, Kafka, Chicho Vargas y los presos políticos de Rawson?
–¿Es difícil de imaginar que conjuguen, no? Ahí es donde el autor demuestra ampliamente su talento, su capacidad de creación y su increíble humanidad. La obra propone un juego: alternar realidades. La primera, será la de los presos, y la segunda será la de los caballeros andantes. De esta manera, estos escenarios tan opuestos se muestran bien delimitados por los tiempos que marcan "las manecillas de la razón". Hasta que con el pasar de los días –que fueron años– comienzan a fundirse, hasta ser incapaces de advertir en qué realidad se encuentran. La explicación para la fusión de Vargas, Cervantes, Kafka y los presos políticos es el deseo de libertad, una libertad profunda, en la cada uno pueda decidir de qué manera salvarse.  «

arístides, un obrero del teatro
“Arístides es una persona maravillosa, sencilla y profunda a la vez, es un obrero del teatro”, define Florencia Suárez Bignoli. “Lo conocí gracias al Grupo Peruano Yuyachkani. Ellos me recomendaron participar del Taller Internacional que el Grupo Malayerba realiza todos los años. Así fue como este último febrero emprendí mi viaje a Quito: me instalé durante diez días en esa hermosa ciudad, y logré así conocer la forma de trabajar del grupo que comanda Arístides, junto a Charo Frances, su entrañable mujer. Fue una experiencia sumamente enriquecedora. Venía de un parate en mis producciones como directora, y este seminario me ayudó a volver a las raíces, a redescubrir el sentido que tiene para mí hacer teatro. Puedo decir que, gracias al Grupo Malayerba, hoy aseguro que hacer teatro es mi manera de ser más feliz en la vida.”

Fuente: Tiempo Argentino

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