Osqui Guzmán: A la obra!

Osqui Guzmán pone manos "A la obra" dirigiendo a La Pipetuá

El actor Osqui Guzmán dirige al grupo circense La Pipetuá en su nuevo e innovador espectáculo, “A la obra!”, donde se combinan la comedia y las destrezas circenses con música en vivo, los sábados y domingos a las 16 en el teatro porteño Metropolitan.

“Esta es una obra de teatro circense en la que el humor está dado a través de la comedia física y siempre respetando la identidad del grupo, que es el circo artesanal y en ese sentido tiene su momento de cine, de danza y de magia”, expresó Guzmán en diálogo con Télam.

El espectáculo recorre a través del humor y de una deslumbrante y original puesta, un día de trabajo de cuatro cómicos obreros de la construcción que a partir de divertidas situaciones, pretenden construir su propia casa mientras se ven enredados en sucesos inesperados y desopilantes.

Instalando el agua para bañarse, la electricidad para iluminar y tratando de pintar la casa, aparecerán en escena elaborados cuadros conformados por cuerpos lumínicos, burbujas musicales y sombras animadas, en una trama sostenida por los afectos y las relaciones humanas.

El grupo La Pipetuá, que en sus obras utiliza lúdicamente una serie de objetos no tradicionales en permanente transformación creadora, presenta esta obra luego de los espectáculos que marcaron su sello personal como "Opereta prima" y "Sin escalas”.

Sebastián Amor, Diego Lejtman, Maxi Miranda y Fefo Selles son los artistas que conforman La Pipetuá, grupo que inspirado en cómicos del cine mudo, los dibujos animados y las vanguardias de los años 30, investiga y fusiona variadas expresiones artísticas como la comedia física, el malabarismo, las artes plásticas, la música y la danza.

“Una de las cosas que más me atrapó de La Pipetuá es su registro y su mirada artesanal sobre las cosas. La construcción de la obra es todo un `artesanato`”, relató el actor que en la actualidad dirige la obra “El centésimo mono”, y actuará en el espectáculo “Locos re-cuerdos”, un homenaje a Hugo Midón, que se repone desde el próximo 30 de junio en el Teatro Nacional Cervantes.

“Lo que intentamos con La Pipetuá -agregó Guzmán- es que la obra incluya la mirada total del espectador, y que tanto el chico como el grande entiendan qué pasa y que ambos se diviertan”.

-¿Cómo fue el proceso creativo de “A la obra!”?

-Fue complicado y a la vez, muy rico. El grupo tenía un guión sobre qué quería hacer, del que yo podía ver imágenes de las cuales nutrirme pero no hacer una obra ya que faltaba una trama.

Al mismo tiempo, en un infantil, si bien la trama debe ser sencilla no podíamos obviarla y, también, pensar el destino de los personajes. Además de los gags, había que contar una historia.

El teatro es una metáfora de la existencia del hombre, entonces había que tener en cuenta de qué estábamos hablando, qué estábamos metaforizando y buscar qué significaba esta obra, y en esa búsqueda empezamos a encontrar distintos significantes que tenían que ver con los vínculos.

-¿Qué elementos tuviste en cuenta como dramaturgo?

-Ellos plantearon la temática, tenían elementos que habían inventado y yo aporté la cuestión narrativa ya que si bien tenían rutinas, estas como chiste no generan situación, en cambio, hay otras cuestiones que sí lo hacen y son análogas a una situación dramática.

Tuve que lograr que esos elementos que ellos crearon se usen en función de las cosas que iban a pasar y en cuanto a los personajes, pensar cómo se caracterizaría cada uno y a partir de ahí generar juegos de poder entre ellos.

-¿Cómo narrás una historia con tan poco diálogo?

-Desde lo narrativo lo más importante es que el lenguaje del cuerpo sea claro, la palabra tiene contundencia cuando tiene cuerpo y esto significa que tenga imagen y recién ahí es concreta. En el cuerpo ya está implícita la acción de la palabra.

Tuvimos que trabajar con mucha rigurosidad el tema del gesto. El cuerpo va escribiendo a medida que va accionando. Escribe lo que le pasa. Este es un guión con gestos más que con palabras.

-¿Qué lugar ocupa el público adulto?

-Los espectáculos para niños deberían ser pensados también para los adultos, no creo que los padres sólo deban acompañar al niño a un espectáculo para que se entretenga.

Una de las cosas más lindas del teatro para chicos es poder reírte con tu hijo. El chico ve que el padre se ríe y dice: “ah, entendemos lo mismo”.

En ese sentido, trabajamos el gesto y lo físico universalizándolo en todos los aspectos, porque no hay idioma, entonces uno entiende lo que ve.

-¿Cuál es la metáfora de la obra?

-Cuando estábamos preparando la obra vino a darnos una mano Mauricio Kartun (“El niño argentino”, “Chau Misterix”, “Sacco y Vanzetti” y “La Madonnita”) y me dijo que la construcción refiere a la historia de Babilonia y a partir de esto empecé a investigar sobre Babilonia y encontré tres etapas muy claras por las cuales se conforma la sociedad: la construcción, la confusión y la destrucción.

La sociedad va caminando constantemente sobre estos tres hitos y son los elementos que tomé y le sumé un cuarto, que es la revelación.

El mensaje que está reflejado en la obra es que a pesar de todas las complicaciones por las que les toca pasar siguen soñando juntos en la misma dirección. Los vínculos pueden destruirse pero siempre se puede volver a estar juntos, se puede seguir aunque se haya llegado al límite. Siento que en la actualidad la elección de la mayoría de la gente es la más sencilla, abandonar todo cuando hay problemas y en esta historia se busca dejar otro mensaje a través del humor.

Fuente: Télam

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