Marcelo Daniel Rudaeff (Rudy): Rudy a la carta




La lupa sobre el absurdo de los clichés

No hay dos funciones iguales de Rudy a la carta, ya que son los espectadores quienes deciden de qué hablará el humorista. “En el chiste del monólogo no estoy inventando nada, sino que estoy reflexionando sobre cierta realidad”, afirma él.

“Me gusta más escuchar las risas que las angustias”, dice el humorista Marcelo Daniel Rudaeff, más conocido como Rudy, quien antes de dedicar su vida al humor estudió Psicología, donde encontró material para causar risa. Pero, ¿qué tienen de parecido estos dos mundos? “Los psicoanalistas no inventamos nada, sino que descubrimos. Y los humoristas tenemos activadas una especie de ‘antenitas’ detectoras de absurdos. Vamos por la vida detectándolos aquí y allí. Pero son absurdos que están, no los inventamos.” Sobre estas cuestiones y muchas otras trata Rudy a la carta (hoy a las 21.30 en Montserrat Café, San José 524), un espectáculo interactivo de humor en el que a través de monólogos se van desarrollando distintos tópicos que son elegidos y combinados por los espectadores, a partir de un “menú” de temas propuestos por el humorista. Por eso, cada función es diferente.

Rudy a la carta habla sobre temas relacionados con la política y la economía, pasando por los cambios que produjo la tecnología en los últimos años, las parejas virtuales, los vínculos familiares y las situaciones embarazosas que ocurren en las sesiones de psicoanálisis. Siempre desde el humor inteligente y encontrando el absurdo en la cotidianidad. “En el chiste del monólogo no estoy inventando nada, sino que estoy reflexionando sobre cierta realidad. Y esa realidad tiene que ver con cierta observación, o sea, lo que uno ve o escucha”, cuenta Rudy. “Se trata de detectar lo absurdo de aquello que te importa y ponerle una lupa. A veces, el humorista trata de no ver las convenciones como naturales.”

“En los monólogos también hablo de los vínculos, porque me interesa cierto peso que tienen sobre las personas. Hay gente que quiere estar con otra persona, por el solo hecho de estar con otro. Juego mucho con lo virtual y lo real. Con lo que uno fantasea de la otra persona y con lo que realmente es”, reflexiona Rudy, quien reconoce haber aprendido más como paciente que como analista por tener “más años de diván que de sillón”. “¿Por qué la gente se queda en lugares donde no es feliz? ¿Y por qué privilegia el vínculo a la felicidad?”, se cuestiona. “Se trata de ver el absurdo de esos clichés sociales. Hay una pelea entre lo humano y lo convencional. Y a veces lo convencional termina imponiéndose a lo humano”, completa.

Un humorista suele “hablar de lo que le importa a él y cree que también le importa a la gente, porque influye directamente en su vida”, dice quien además es escritor y fue guionista del inolvidable Tato Bores y de los programas televisivos Kanal K y Peor es nada. “Hablo de la economía porque influye en el bolsillo; del amor, el sexo, la pareja, los vínculos con el padre o madre, la tecnología”, enumera, y concluye: “Es una decisión ideológica y lo comparto con muchos humoristas”. Su escuela tuvo a referentes de la línea de Caloi, Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina y los eternos Les Luthiers.

–¿Por qué vincula el psicoanálisis con el humor?

–Para mí son reparecidos los humoristas y los psicoanalistas. Y esto lo digo desde mi práctica como paciente más que como analista. Cuando vas a consultar a un psicoanalista, el que conoce tu vida sos vos. El no te conoce, nunca antes te vio. Sin embargo, tiene herramientas para descubrir en eso que vos le decís cosas que a vos no se te habían ocurrido. Y además te ayuda a que vos las descubras. En el humor pasa algo parecido. Si yo descubro algo y lo muestro de tal manera que al público le suene muy ajena, no pasa nada. Pero si hablo de algo que todos conocemos, entonces más de uno debe sentir que le pasa lo mismo, pero que nunca se le había ocurrido de esa forma. Entonces, esa salida inesperada de algo que no está afuera del mundo del público puede provocar risa. Es ver las cosas de una manera diferente.

–Entonces, el psicoanálisis le dio herramientas para hacer humor...

–Sí, pero muchas más me las da ser paciente. Estudiar te da herramientas, pero analizarte te da muchas más.

–¿En qué momento decidió dejar de ejercer el psicoanálisis?

–No lo dejé, lo sigo practicando como paciente. En 1988 dejé porque sentía que me gustaba más ser humorista. El psicoanálisis me sigue gustando como paciente y como humorista. Siento que son parecidos.

Fuente: Página/12

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