El diluvio que viene


Un sueño hecho realidad

Juan Durán, el protagonista, confiesa estar enamorado de esa comedia musical

La de Juan Durán no es una historia cualquiera; es más bien una historia de amor que empezó hace muchos años y finalmente, después de mucha espera y búsqueda, pudo concretar. Hoy está al frente de la obra que primero lo tuvo como reemplazante del protagonista y que, de a poco, lo cautivó: El diluvio que viene , que se estrena hoy, en El Nacional. Dice que está enamorado de la obra por su mensaje, la música y lo que despierta en la gente. Durán compró los derechos del musical por cinco años. La obra, de Pietro Garinei y Sandro Giovannini, que brilló en la Argentina durante varios años desde 1979, cuenta la historia del padre Silvestre, un sacerdote al que Dios llama por teléfono para pedirle que arme un arca en la que pueda salvar -de un segundo gran diluvio- a su pueblo, que poco le cree y al que deberá convencer.

Durán había hecho cinco musicales con Cibrián, pero en ninguno de ellos tuvo un papel protagónico. Sin embargo, tuvo la suerte de que lo vieran los productores de la segunda versión de El diluvio... (a mediados de los años 80) y le propusieran trabajar allí. "Me llamaron para ir con esta obra de gira a Bahía Blanca y me dijeron que tenía que hacer el reemplazo del padre Silvestre", cuenta. En aquel momento, quien representaba ese papel era José Angel Trelles, que según el mismo Durán "se estaba yendo de la obra". Mientras esperaba su turno, personificaba a la gente del pueblo y poco a poco iba enamorándose, primero de las canciones y después de todo el musical.

Cuenta que cuando le dijeron que se pusiera el traje del padre Silvestre los nervios lo invadieron. "Me acuerdo de que no sabía los textos; el escenario estaba girando todo el tiempo; es una obra muy difícil para una persona que nunca había pisado un escenario giratorio. Ya es difícil por las letras la música en un escenario fijo, imaginate en un escenario giratorio, inestable. Pero esta obra es tan mágica, tan suave, tan linda y pura, que cuando uno se calza la ropa del cura es como que andás solo", dice, con voz profunda, mientras su mirada se pierde en los decorados. Allí, otra vez, se prepara la misma escenografía de hace años, que donaron los hermanos Spadone.

Luego de su trabajo en El diluvio , en los 90 vino una estadía en Brasil que duró dieciocho años. Allí dio shows, grabó discos y le puso su voz a la música de telenovelas. Pensaba por entonces que aquello que lo había enamorado quedaría en el olvido. A su regreso a la Argentina, se encontró con Chino Carreras y le comentó que tenía ganas de comprar los derechos de la obra que había hecho años antes. "Pero me dijo que era muy difícil, porque la tenía no sé qué persona, y estuvimos durante un año rastreándola, hasta que un día me dijo que no la tenía nadie. Ahí me largué con todo". Fue entonces, a principios del año pasado, cuando su sueño comenzó a hacerse realidad.

"Lo primero que hice fue buscar gente que trabajaba conmigo en otros espectáculos; tanto Pablo Nápoli, como Julia Calvo. Justamente, ella también estaba enamorada de esta obra", dice nostálgico. El actor cuenta que cuando se reunían a hablar de esta comedia musical, surgía entre el equipo "algo químico, increíble". El diluvio..., para él, tiene mucha magia y eso es lo que vuelve loco al público. "Es como que la gente se magnetiza. Por eso esto que la música dice unidos venceremos, y toda esa historia tiene mucho que ver con todo", apunta.

Los motivos que a Durán le generan tales sensaciones son muchos. "Lo que me enamora fundamentalmente es el mensaje, que es un mensaje transparente, blanco, en donde la gente se une".

Una de las canciones emblemáticas de la obra -y tal vez la más recordada por generaciones- es "Las hormigas mueven la montaña". "Refleja que la gente en comunidad se hace fuerte; además, la música es espectacular, totalmente pegadiza". A su vez, cuenta cómo cada vez que termina la función los espectadores se acercan y preguntan si está el disco. Este año lo hicieron y lo venderán en el teatro.

"Cada vez que termina la función mirás hacia el público y la gente está lagrimeando porque tiene un final super emocionante. Tenés un escenario en donde te vienen animales, un arcoiris, las aguas suben, efectos de cosas que vuelan. Hay que verlo para sentirlo", agrega, convencido de que a esta "receta explosiva", como él la llama, hay que traerla de vuelta.

Durán define a la obra como "muy blanca". Explica, además, que la vigencia del mensaje de El diluvio... es un condimento importante, tanto como que es una puesta que se adapta a todos los públicos. "Acá no hay malas palabras ni desnudos. La puede entender perfectamente alguien de tres años o de noventa".

Sobre el escenario habrá cerca de treinta artistas; hay que sumarle además entre diez y doce personas que estarán detrás de escena, trabajando en la parte técnica.

Para armar la escenografía se tuvieron en cuenta los planos originales. "Tratamos de darle un colorido diferente a algunas cosas, y eso seguro le va a aportar algo más; es todo de madera, porque tenemos una aldea, que no se sabe adónde está", cuenta.

Con respecto al escenario, es el mismo que se utilizó la primera vez, aunque hubo que hacerle algunas reparaciones, sobre todo a las ruedas y cintas que lo hacen girar.

Parte del vestuario es también original, como la sotana del padre Silvestre. "Eso es bárbaro, montarte en la misma ropa que usaron otros antes" se emociona Durán.

Entre las innovaciones, hay detalles de color e iluminación, que se lograron gracias a los avances de la tecnología. Sin embargo, se respetarán los tonos pastel que predominaban en la versión original.

Durán, además, estudió magia desde los cinco años, y como es costumbre en sus trabajos, habrá algunos trucos también en esta puesta. "Eso le va a dar como una pincelada especial, son pequeños detalles que van a sumar a la magia que de por sí tiene este espectáculo", asegura. Y prefiere no contar más, para sorprender..

PARA AGENDAR
El diluvio que viene:
de Garinei y Giovannini. Teatro: El Nacional, Corrientes 960. Viernes y sábados, a las 21.30; domingos, a las 21. Entradas: desde 80 pesos.

Fuente: La Nación

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