Nora Oneto: Fuenteovejuna 1476

Nota del 19 de junio
Sobre los pueblos y el destino
La intérprete aborda el clásico sobre la rebelión de una comunidad humillada por el Comendador, en una versión que exalta la forma sintética y el tono épico. “Esta obra nos resonaba por las desapariciones y el papel de la mujer”, explica.
¿A qué se debe el título de Fuenteovejuna 1476? La precisión respecto del año señala el levantamiento colectivo de aquel pueblo español, la tortura masiva a que fue sometido para que denunciara quién mató al Comendador y la resistencia de los vecinos a no dar nombres. Es un hecho de la historia y una creación del poeta y dramaturgo Lope de Vega (1562-1635) que la actriz Nora Oneto asocia en algunos aspectos con el 1976 de la Argentina. Por eso la incorporación de la fecha al título original de la célebre obra del Barroco español. De aquella rebelión de los vecinos –en la que se declararon en forma colectiva autores del crimen– quedó la respuesta “Fuenteovejuna lo hizo”. ¿Era un pueblo manso, al extremo de ser comparado con ovejas, como lo hace Laurencia, o un pueblo en el que abundaban las colmenas, como lo indica su otro nombre, Fuente Abejuna? Más allá de estas disquisiciones, lo que Oneto quiere destacar en Fuenteovejuna 1476 es la protesta del pueblo ante las humillaciones que le infligía el Comendador.
Se trata de un trabajo conjunto con el adaptador Omar Sánchez –generador de la propuesta y director– que el elenco presentó en 1984 en el Teatro del Barrio, de La Plata, donde permaneció en cartel durante dieciocho meses. La obra pasó a Buenos Aires y en 1985 se ofreció en el Teatro Payró, en el ciclo Teatro Joven. Fue una de las siete finalistas del Concurso Nacional Coca Cola en las Artes y las Ciencias, donde Sánchez recibió el primer premio a la dirección y Oneto –única intérprete en esta puesta– y la vestuarista Analía Seghezze obtuvieron primeras menciones en sus respectivas artes. Integraban el jurado Laura Yusem, Jaime Kogan, Héctor Calmet y Rómulo Berruti. La rápida aceptación del público permitió que este unipersonal siguiera su curso en La Plata y en otras ciudades de la provincia. En Buenos Aires, fue invitado en 1988 a una movida organizada por el Celcit en la Gran Aldea y al año siguiente participó del Encuentro Nacional de Teatro de Córdoba. Transcurrido un largo intervalo, la obra fue requerida en 2007 por La Comedia de la Provincia de Buenos Aires y el Centro Cultural Tadrón (en Palermo), que reiteró su convocatoria en 2008 para el ciclo “Memoria por la justicia” y este año para nuevas funciones.
Fiel a su carácter itinerante, Fuenteovejuna... se presenta hoy a las 21 en la sala de la Asociación Odontológica de La Plata (calle 33, entre 45 y 46) anticipándose a nuevas giras. Mientras tanto, Oneto se desdobla integrando el elenco de El niño perdido, pieza de Nelson Mallach que dirigen Daniel Gismondi y Alicia Durán, en la Sala Espacio 44, de La Plata.
–¿Qué significado tiene hoy Fuenteovejuna 1476?
–En nuestra versión la historia es relatada por Laurencia vieja. Recuerda los hechos de modo fragmentado desde su presente y desde situaciones concretas, como el juicio ante el juez inquisidor y la vida en esa villa sojuzgada. Los distintos personajes que interpreto no son para mí simples entradas y salidas. Mi intención es asumirlos, tanto a Laurencia joven, labradora e hija de Esteban, el alcalde, acosada por el Comendador, como a éstos y los demás personajes. Nos interesaba que el Comendador fuera representado como un muñeco “tipo estandarte”. Con estos elementos tratamos de reconstruir la rebelión de un pueblo que no es diferente a las rebeliones que se sucedieron en otras épocas.
Más en Página/12
Comentarios