Lorenzo Quinteros
Actor por vocación y pasión
En estos momentos trabaja en la escena oficial (en el San Martín y en el Cervantes), en la escena alternativa y está de gira por el interior con Final de partida
Tres producciones teatrales y una pequeña gira por el interior del país fueron, en los últimos meses, el centro de la actividad del actor y director Lorenzo Quinteros.
En algún momento se sintió algo estresado pero, en verdad, el placer de componer al Hum de Fin de partida, de Samuel Beckett (en gira); empezar a adentrarse en la piel del marqués de Sade de Marat-Sade, de Peter Weiss en el San Martín y dirigir a Víctor Laplace, Claribel Medina y Rafael Bruza en el Cervantes (el elenco de Tango turco, pieza del mismo Bruza) y estrenar La pecadora, de Adriana Genta, también como director, le posibilitaron reconocer que su vida laboral había cambiado.
Es que durante casi diez años estuvo al frente del teatro El Doble, donde combinó la creación con la pedagogía; eso lo mantuvo un tanto al margen de otros espacios de trabajo. Finalizada aquella etapa, parecería estar refundando su carrera y, por eso, no puede causar sorpresa que pase del circuito independiente al oficial mientras realiza algunas apariciones en la televisión.
El mismo Lorenzo Quinteros lo explica: "No extraño El Doble. Lo dejé cuando cumplió su etapa. Disfruté muchísimo esos años, con obras que no hubiera podido hacer ni el medio oficial ni el comercial. Fue una gran necesidad personal. Pude juntar la parte pedagógica, la actuación y la dirección en un mismo ámbito. Pero después se transformó en un bunker, en un encierro. Pasé años enteros sin trabajar en el medio. Bastó para decir: «Voy a dejar El Doble» para que me llamen de todos lados, incluso de la televisión. Y si bien es lindo concentrarte en tu trabajo, también se da que extrañás la itinerancia del actor: ir de un teatro al otro, de un elenco a otro, actuar y ponerte al servicio de otro director. A mí me gusta mucho que me dirijan, además. Y ahora todo eso ha vuelto a pasar".
Y tan vertiginosamente que, desde hace un mes y medio, no hace más que dedicarse al teatro. "Toda mi vida social se terminó -explica-, no leo ni los mails. Pero lo peor fue cuando aun no habiendo terminado de hacer funciones de Beckett, me propusieron hace el texto de Weiss. Tenía en mi cabeza a dos personajes enormes: Hum y Sade. Dos letras sumamente complejas."
Cuando se le propone a Quinteros un recorrido por estas producciones, asoma de inmediato una clara realidad. Ningún proyecto se parece al otro y, sin embargo, en todos asoman -en tono de comedia o drama- seres apasionados que buscan torcer su destino o el de la humanidad, así de enorme es el marqués de Sade.
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